La misión espacial Solar Orbiter, que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha seleccionado para lanzar al espacio en 2017, permitirá ver por vez primera los polos del Sol, el lugar dónde empieza y termina el ciclo magnético solar, lo que es clave para conocer los ciclos solares. Así lo explica a Efe el astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Valentín Martínez Pillet, quien desde hace once años participa en la definición de esta misión, cuyo presupuesto total estará en torno a los mil millones de euros (unos 1.340 millones de dólares), incluyendo la participación de la NASA.
Este satélite recorrerá casi mil millones de kilómetros hasta ponerse a la altura de Mercurio, con varias vueltas y aprovechando la gravedad “asistida” que proporcionarán los planetas, y la finalidad es estudiar el magnetismo solar, su actividad explosiva y los efectos inmediatos en la vecindad de la estrella. Martínez Pillet explica que esta misión hará algo que nunca se había realizado anteriormente; esto es, salir de la eclíptica, que es el plano en el que orbitan todos los planetas, para de ese modo ver los polos del Sol. En los polos solares es donde empieza y termina el ciclo magnético y es también la clave para entender este proceso, indica Martínez Pillet.
Agrega que con la misión Solar Orbiter se estará más cerca que nunca del Sol, lo que permitirá trazar las tormentas que se producen en el astro y establecer de qué explosión solar proceden las partículas que llegan a la Tierra. En la actualidad, sólo es posible identificar en determinadas ocasiones de qué explosión proceden las partículas debido a la enorme distancia entre la Tierra y el Sol.
Con Solar Orbiter se podrá establecer este cálculo sin dudas y también seguir cada tormenta solar para estudiar las explosiones antes de que se mezclen al atravesar el sistema solar. Valentín Martínez Pillet comenta que esta misión espacial tiene un enorme interés científico, pero también una aplicación práctica para la vida cotidiana, pues las tormentas solares afectan a sistemas de comunicaciones como el GPS. Precisamente, con Solar Orbiter se podrán predecir las tormentas solares, ya que el satélite se acercará al Sol a la distancia que está Mercurio, que son 44 millones de kilómetros, cuatro veces más cerca que la propia Tierra. Recuerda el astrónomo del IAC que la ESA ha aprobado la fase C del proyecto, con lo que se está en un punto de “no retorno” en este plan de investigación, subraya. Con esta decisión, explica, se firma el contrato industrial con la empresa que abricará el satélite, de forma que sería mucho más costoso cancelar la construcción del dispositivo que completarla. En esta misión participan miles de personas de unos 150 centros de investigación europeos y, en el caso de España, están involucradas las universidades de Barcelona, Valencia, Alcalá de Henares, la Politécnica de Madrid, el Instituto de Astrofísica de Andalucía y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, además del IAC. EFE
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