NUEVA YORK -- Desconcertante por los diversos criterios y envenenado por caprichos, el proceso para determinar los integrantes del Salón de la Fama del béisbol está al umbral de un intrincado período que hará que los candentes debates que se han tenido hasta ahora parezcan una mera escaramuza.
Apunte el 2012 como el último año de "sosiego" que tendrá la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica previo a las recriminaciones que se avecinan ante el juicio que sus miembros deberán emitir sobre una cascada de astros salpicados por la llamada "Era de los Esteroides".
Hay 13 nuevos nombres en la papeleta de candidatos, entre ellos el mexicano Vinny Castillay los puertorriqueños Javy López y Rubén Sierra. A lo más que pueden aspirar es recibir los votos suficientes -- el 5 por ciento -- para mantenerse bajo consideración en los años siguientes. Bernie Williams, el jardinero puertorriqueño que ganó una corona de bateo con los Yankees de Nueva York, es el más sobresaliente de los 13, el único que podría sobrevivir la votación. ¿Cooperstown? Eso se ve demasiado remoto. Barry Larkin, Jack Morris, Tim Raines, Lee Smith y Jeff Bagwell resaltan dentro del grupo de los que más votos sacaron el año pasado y que repiten. Quizás sólo uno de ellos sea el que sea exaltado en julio próximo junto a Ron Santo, el tercera base de los Cachorros de Chicago que en diciembre pasado fue seleccionado de manera póstuma por el Comité de Veteranos. La percepción es que Larkin, torpedero de los Rojos de Cincinnati, es el mejor perfilado, más que nada por la evolución en alza de sus adhesiones en los dos años que ha entrado en la votación. Después de un 51,6% en 2010, Larkin alcanzó un 62,1% el año pasado, a cierta distancia del mínimo necesario de 75% que Roberto Alomar y Bert Blyleven lograron para ser seleccionados. Atrás quedaron Morris (53,5, Smith (45,3%), Bagwell (41,7%) y Raines (37,5%). También merodean Edgar Martínez (32,9%) y Alan Tramell (24,3%). "Voy a estar contento mientras me tengan en cuenta", comentó Larkin tras la votación del año pasado. "Ojalá se haga realidad dentro de poco".
A Larkin le conviene que sea ya, para no exponerse a la avalancha de candidatos que se aproxima.
Se trata de un grupo de 15 jugadores de créditos y logros excepcionales para ser consagrados.
No todos tienen una imagen inmaculada. Bonds, Clemens y el dominicano Sosa se vieron implicados en el uso de sustancias para mejorar el rendimiento, denuncias que han negado.
Un fuerte núcleo de integrantes de la BBWAA (las iniciales en inglés de la asociación de escritores) ha adoptado la postura de que todo involucrado en los escándalos, ya sea por admisión de culpa, señalamientos en el Informe Mitchell o sospechas acentuadas por el crecimiento muscular desmedido, debe ser marginado.
Sólo hay que fijarse en el caso de Mark McGwire, décimo en la lista histórica de jonrones. Apenas sacó el 19,8% de votos en 2011, su quinto año en la papeleta, inclusive sufriendo un retroceso de casi cuatro puntos porcentuales. McGwire ha reconocido que usó esteroides y la hormona de crecimiento humano.
Un parámetro que virtualmente certifica estar en el Salón de la Fama es pasar la barrera de los 3.000 hits. Y es más sencillo si lo hace alguien que también disparó 500 jonrones.
Rafael Palmeiro es apenas uno de cuatro peloteros en la historia con la cuenta de 500 y 3.000. Los otros son Hank Aaron, Willie Mays y Eddie Murray. Pero el cubano Palmeiro dio positivo por dopaje en 2005 y ahora es radiactivo ante los votantes. El año pasado, en su primer intento, apenas recibió un 11% de respaldo.
Simpatizantes de Juan González, un puertorriqueño que ganó dos veces el premio al Jugador Más Valioso, han repartido un panfleto destacando sus proezas. Pero su nombre fue implicado por José Canseco en el consumo de esteroides y a duras penas raspó justo por encima el 5% necesario para repetir este año. McGwire, Palmeiro y Bagwell han sido objeto de rechazo, pero ahora viene lo verdaderamente fuerte.
¿Se puede apartar a Bonds, el rey de jonrones de las mayores y siete veces galardonado como el más valioso? ¿También dejar fuera a a Clemens, con sus siete Cy Youngs y su aureola como el mejor lanzador de su generación?
Hay tantas aristas por considerar. Las estadísticas no son el único requisito. Una cláusula sobre "integridad y carácter" puede cerrarle la puerta de Cooperstown a muchos nombres de lustre.
Pero una nueva corriente de opinión señala que los votantes debe ser menos exigentes al abordar el tema de los esteroides, ya que el Salón de la Fama se expone a la sorna pública si las omisiones se pasan de la raya.
Una alternativa es votar por jugadores como Bonds y Clemens cuyos méritos habían sido establecidos antes que las Grandes Ligas iniciaran en 2004 los controles obligatorios.
Quienes no se salvarían serían los que dieron positivo tras la entrada en vigencia del reglamento antidrogas, gente que no puede argumentar que no existían prohibiciones de por medio, como Palmeiro y Manny Ramírez. ¿Una solución? ¿Más problemas? Nadie sabe, ya que cada votante está en su derecho de decidir de acuerdo con sus puntos de vista.