Nuevas imágenes en alta resolución del rover Curiosity muestran el lugar que ayudará a desentrañar el pasado del Planeta rojo. El rover Curiosity, en Marte desde el pasado agosto, merodea estos días por un lugar que los científicos llaman la «Tierra prometida», un paraje que, debido a la conjunción de tres formaciones geológicas, supone algo así como una puerta al pasado del planeta. Mientras el vehículo explorador toma muestras del terreno -algunas de ellas bastante sorprendentes-, sus cámaras
se dedican a no perderse ni un detalle de los alrededores. Las imágenes obtenidas, en alta resolución y compuestas en mosaico,
muestran un paisaje excepcional que se parece a algunas de las zonas áridas de la Tierra.
El destino final del Curiosity, que llevará a cabo en Marte una misión de dos años, es el monte Sharp, a 5,5 kilómetros de distancia, escogido con esmero por los científicos como el lugar idóneo para averiguar si el mundo rojo tiene o ha tenido alguna vez condiciones para albergar vida. Pero el rover pasará las próximas semanas en el lugar en el que se encuentra en la actualidad, bautizado con el palíndromo Glenelg y conocido, igualmente, como la «Tierra prometida».
El objetivo es seguir estudiando un terreno que ya se ha revelado muy interesante.
Las extraordinarias imágenes panorámicas del lugar han sido creadas por el fotógrafo e investigador Ken Kremer y el físico y también fotógrafo Marco Di Lorenzo, a partir de las fotografías obtenidas por el Curiosity y proporcionadas por la NASA. Las instántaneas ayudan a los científicos a decidir hacia dónde debe dirigirse el rover en los próximos días, como pequeños «tours» de exploración por la zona antes de seguir su camino principal. El terreno que se observa en ellas nunca antes había sido analizado por ningún ingenio enviado desde la Tierra.
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