Solo uno de los cinco acusados de matar al coronel de la Policía Julián Suárez Cordero durante una protesta escenificada en la UASD, fue condenado a prisión.El Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional impuso 10 años de prisión a Héctor Eduardo Pichardo Hernández, quien fue encontrado culpable de homicidio voluntario, en perjuicio del coronel de la Policía Julián Suárez Cordero, durante disturbios registrados en el campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en abril del 2012. Pichardo Hernández tendrá que cumplir la sentencia en la cárcel modelo Najayo Hombres.
El tribunal declaró no culpables por insuficiencia de pruebas, a los demás implicados en el hecho.
Wilson Dalcier Javier Nicasio, Diógenes Isidro Gutiérrez, Víctor González Hernández y Eddy Giovanny Bonilla Cabrera fueron descargados y el tribunal ordenó el cese de cualquier medida de coerción dictada en su contra y dispuso su puesta en libertad, a menos que tengan pendiente otro caso judicial.
La lectura de la sentencia estaba pautada para las 3:00 de la tarde, sin embargo fue pasadas las 7:00 de la noche cuando los tres miembros del tribunal, Natividad Ramona de los Santos, Rafael Antonio Pacheco y Arlin Ventura Jiménez, empezaron a leer su veredicto.
Voto disidente
La jueza Aylin Ventura emitió su voto disidente tras considerar que debió darse una sentencia absolutoria a favor de Pichardo Hernández, ya que el testimonio de José Alberto Benzant Belliard no lo vincula con el hecho. Indicó que el testigo identificó al imputado porque acostumbraba a llevar un bulto color verde como uno que usaba uno de los encapuchados, sin que exista otro tipo de evidencia que le apoye.
Más del 90% de las pruebas presentadas por el Ministerio Público fueron rechazadas, en primer lugar porque se recolectaron sin levantar el fuero universitario de la UASD y, en segundo lugar, porque no se contó con una orden judicial. El representante del Ministerio Público, Dante Castillo, anunció que recurrirá la sentencia. Mientras, varios incidentes se produjeron al finalizar la lectura, cuando por separado parientes de la víctima y del condenado, mostraron inconformidad.
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