El candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que estuvo corriendo solo mientras el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que recién escogió su candidato presidencial, ha concentrado la mayor atención a resolver las heridas que dejaron las primarias celebradas el 6 de marzo, y según parece aún tiene puntos clave que resolver para reagrupar las tropas perredeístas en su propósito de escalar el poder.
Hasta ahora, precisamente ese sigue siendo su problema fundamental, al que le ha dedicado bastante tiempo, porque externamente, las políticas de ajustes del gobierno estimulan tasas de rechazo al PLD. Aunque el propio Hipólito Mejía declaró que ha avanzado bastante en el proceso de integración de los seguidores de Miguel Vargas Maldonado, al parecer hay ruidos que podrían afectar el desempeño de su candidatura.
Mejía ha minimizado esos ruidos, y específicamente sobre la integración de su propio competidor en las primarias, se ha mostrado compasivo, comprensivo y optimista, al señalar que más tarde o más temprano ocurrirá.
Pero al margen de ese temperamento, los ruidos sugieren algo más. Estamentos cercanos a Vargas Maldonado no ocultan que se sienten marginados, e incluso desconsiderados. La nota más resaltante de ese temperamento la constituye la declinación del doctor César Mella a la dirección ejecutiva del Sector Externo de la candidatura de Mejía.
“La decisión de encargarme de forma ejecutiva del sector externo de salud de nuestro proyecto tiene tres limitaciones: 1ro. Yo no fui consultado para esa designación. 2do.
Nunca me he reunido formalmente con la ‘comisión de integración’, y 3ro. Desconocía totalmente la existencia de este organismo de reciente formación y mucho menos la ubicación que tiene en el cronograma y en el reglamento de integración". En Moca, José Balcácer, dirigente perredeísta de la provincia Espaillat, se quejó de “algunos escollos para la conformación de los equipos de campaña…” especialmente para la integración de los seguidores de Vargas Maldonado.
Al parecer, la queja se fundamenta en que en el numeral tercero del pacto de caballeros firmado por Mejía y Vargas el pasado 3 de marzo, se prevé la integración desde una perspectiva de poder, no como mera adhesión de los derrotados a los vencedores. Mediante ese numeral se trata de asegurar, en un virtual gobierno, la participación de los diferentes grupos que actúan en el PRD.
Se establece: “Nosotros y nuestros seguidores, en virtud del principio que anima el artículo 197 de los Estatutos Generales daremos puntual cumplimiento a la norma de proporcionalidad, tras la ocasión de acceso al poder en las elecciones nacionales del 16 de mayo del 2012”.
En esa perspectiva, también se invoca la vigencia del instructivo de integración suscrito con la aprobación de Mejía y Vargas. La Comisión Nacional de Integración estableció que “la regla general para la formación de las direcciones de campañas serán en base a la proporcionalidad de los resultados de las primarias.
Es decir, la candidatura que resultó ganadora en una demarcación dirigirá el Comando de Campaña y la otra candidatura asumirá la Dirección Ejecutiva de la provincia, del municipio, del Distrito municipal, de la seccional, de la región municipal o de la zona”.
Los ganadores de las primarias establecieron excepciones de hasta un 30%, lo que le ha permitido conformar los mecanismos desde el enfoque de los triunfadores, lo que ha sido fuente de desaliento al interior del PRD.
El proceso de “integración” ha llevado a los perdedores de la convención a sostener que sus compañeros victoriosos están ganados por un “peligroso triunfalismo”, que los induce a prepotencia, y que en esas condiciones difícilmente podrán participar en una campaña del partido blanco. Mejía derrotó a Vargas Maldonado con un 53 por ciento, frente a un 46%.
La integración fue vista como una necesidad imperiosa, en una competencia electoral con el PLD en la que todos los votos cuentan. El proceso de integración resulta fundamental, después que a término de la convención pasada el partido blanco vivió un estrés terrible, pues en un primer momento Vargas invocó fraude y se negó a reconocer la victoria de Mejía.
EL PRD Y MIGUEL EN LO SUYO
Las críticas sobre el proceso de integración han generado entre seguidores de Vargas o entre profesionales y técnicos, más o menos independientes, algún sentimiento de marginalidad. Unos se han “sentado”, pero quienes juegan roles como dirigentes del PRD, se han instalado precisamente en “su casa”, y se parapetan con la proa puesta más allá del 2012. Al mismo tiempo, el partido blanco evidentemente elabora su propio discurso ante los grandes problemas nacionales, y de hecho, ejerce una oposición militante respecto de las políticas del gobierno.
La línea institucional está consiguiendo la movilización del PRD en sus propósitos formales. Recientemente, escogió el bufete directivo de los voceros en la Cámara de Diputados. Lo integran Ruddy González, Jovanny Tejada y Ana Miledys Cuevas, vocero, vice-vocero y secretaria, respectivamente.
Todos leales a la presidencia de la organización. En efecto, Vargas Maldonado se tomó la “molestia” de acudir a la Cámara Baja para juramentarlos. En la precampaña, la corriente de Mejía trataba de incidir en ese tipo de instancia. Ahora la han dejado por completo a quienes siguen al frente del partido blanco.
También el “partido” ha asumido en serio la representación en los organismos internacionales y mantiene la soberanía sobre los fondos que entrega la Junta Central Electoral (JCE).
Para quienes llevan anotaciones, deben consignar que ayer el PRD, bajo la tutela de la Comisión Nacional de Operaciones Electorales, a cargo de César Sánchez, hombre clave de Hipólito Mejía, inició la conformación en los 155 municipios del programa de organización y capacitación para la defensa del voto en las elecciones. |
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