Vermont, EE.UU.
La verdadera magnitud de la furia del huracán Irene comenzó a surgir el lunes, cuando la cifra de víctimas fatales aumentó a 44, varias poblaciones de Nueva Inglaterra padecían inundaciones tremendas y millones de personas estaban frente a la perspectiva descorazonadora de varios días sin electricidad en pleno verano.
Del estado de Carolina del Norte —en el centro de la costa oriental de Estados Unidos— a Maine —en el extremo nororiental_, los habitantes de numerosas comunidades hicieron trabajos de limpieza y empezaron a calcular los daños disparejos y difíciles de cuantificar. El meteoro no dejó un escenario de pesadilla en la ciudad más grande del país, pero le asestó un duro golpe a poblaciones tierra adentro.
En la ciudad de Nueva York, donde la gente temía un desastre peliculesco con el agua corriendo entre los rascacielos, el metro y los autobuses volvieron a circular por la mañana del lunes con normalidad y oportunidad para los pasajeros. Para sorpresa de los neoyorquinos, la situación transcurrió con cierta tranquilidad.
Pero hacia el norte, el estado mediterráneo de Vermont tuvo que lidiar con lo que su gobernador calificó como las peores inundaciones en un siglo. Los torrentes también fueron intensos en la zona rural norteña del estado de Nueva York.
En muchos casos, el momento de máximo peligro llegó después que la tormenta había pasado, cuando el agua de las lluvias llegó a ríos y arroyos y los convirtió en torrentes. Irene dejó caer 28 centímetros (11 pulgadas) de agua sobre Vermont y más de 33 centímetros (13 pulgadas) en algunas partes de Nueva York.
"Esperábamos lluvias intensas", dijo Bobbi-Jean Jeun, del caserío de Clarksville en la inmediaciones de la ciudad de Albany en Nueva York. "Esperábamos inundaciones. Parece que alguien desactivó una bomba".
Irene causó la muerte de al menos cinco personas en la República Dominicana y Haití. La primera muerte conocida fue el caso de una mujer que intentó cruzar un río crecido en el territorio estadounidense de Puerto Rico.
La cifra de muertes en 11 estados orientales de Estados Unidos había permanecido en 21 hasta la noche del domingo, pero luego se elevó drásticamente a 38 por el rescate de cadáveres de ahogados en lugares anegados y de personas golpeadas por árboles caídos o electrocutadas por cables derribados.
Una persona que conducía un vehículo desapareció cuando un camino se derrumbó y se tragó a dos automóviles en un punto ubicado a unos 100 kilómetros (62 millas) al noreste de la ciudad canadiense de Montreal.
El recuento de la destrucción provocada por Irene también aumentó. Una casa al parecer vacía explotó la madrugada del lunes en una zona inundada que fue desalojada en la ciudad de Pompton Lakes, en Nueva Jersey. Los bomberos tuvieron que sofocar las llamas desde una barca.
En el suburbio de Guilderland, en la localidad de Albany, en Nueva York, la policía rescató el lunes a dos personas luego de que su vehículo fue arrastrado por las aguas. La policía los encontró tres horas después aferrados a un árbol en un arroyo crecido.
"Va a tomar tiempo recuperarse de una tormenta de esta magnitud", declaró el presidente Barack Obama, y ofreció que el gobierno hará todo lo que esté a su alcance para ayudar a la gente a superar el problema.
Para numerosas personas, las secuelas podrían resultar más dolorosas que el meteoro mismo.
En Carolina del Norte, donde Irene pegó el sábado para luego seguir hacia Nueva York y Nueva Inglaterra, unas 1.000 personas continuaban en albergues esperando noticias de sus casas.
Al mismo tiempo, casi cinco millones de hogares y negocios de una docena de estados se quedaron sin electricidad. Las empresas eléctricas advirtieron que el sistema se normalizaría en al menos una semana.
"Cuando el refrigerador se calienta, mi insulina se descompone. Yo podría caer en choque diabético. Esto es algo espantoso porque no sabemos cuánto tiempo va a seguir así", lamentó Patricia Dillon, una mujer con parálisis parcial que vive en una casa para discapacitados en Milford, Connecticut, donde el servicio eléctrico falló y un generador se averió. Con la voz quebrada, añadió, "estoy muy cansada, estresada, exasperada, asustada".
Al avanzar hacia el oriente de Canadá, Irene presentaba vientos fuertes y rachas de casi 90 kilómetros por hora (55 millas por hora) a su paso por zonas de New Brunswick en el sur, Nueva Escocia en el norte y la isla Prince Edward.
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