La economía estadounidense ha estado disfrutando una ola de noticias moderadamente buenas.
La tasa de desempleo llegó a su nivel más bajo en dos años y medio, la industria parece recuperarse y los informes iniciales sugieren que la temporada navideña de compras empezó bien.
Pero cualquier recuperación que exista podría descarrilarse por una crisis en ciernes: el drama de la deuda europea.
Las finanzas estadounidenses están cercanamente asociadas a lo que pase en el otro lado del Atlántico, y el panorama no es alentador.
"La situación en la zona euro se está deteriorando con rapidez y el contagio se extiende", aseguró Pier Carlo Padoan, economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Esa entidad publicó hace poco su informe semianual sobre la economía global, en el que predice que Estados Unidos puede seguir a Europa hacia la recesión si la crisis de la deuda del euro aumenta.
El organismo basado en Paris también redujo su predicción de crecimiento para la mayor economía del mundo, a 2% en 2012.
Hace apenas seis meses esperaba una expansión de 3,1%.
La eurozona es el mayor cliente para los bienes estadounidenses, así que si no compran, los negocios estadounidenses sufren.
En noviembre, el gigante automotriz informó de una caída de 12% en sus ingresos del tercer trimestre.
La empresa dijo que gran parte de la culpa era de la caída de ventas en Europa.
"Claramente, las cosas se han deteriorado", dijo el gerente financiero de General Motors, Dan Ammann.
"Tenemos que ajustarnos a la nueva realidad", aseguró.
La fábrica de electrodomésticos Whirlpool también está en dificultades.
Con la demanda en picada en Europa, la compañía planea despedir a más de 5.000 trabajadores en América del Norte y Europa.
Las empresas pequeñas tampoco son inmunes a los problemas de la eurozona.
Amy Galper fundó una empresa de cosméticos orgánicos, Buddha Nose. Casi una cuarta parte de sus utilidades provienen de Europa.
En una tienda de Nueva York, habla con Kim Damato, creadora de la línea de tratamiento facial Priti NYC.
Rodeadas de cremas que prometen acabar con el estrés y la tensión, ninguna de las dos mujeres pueden ignorar el miedo a lo que un colapso europeo representaría para sus negocios.
"Sería un descalabro", señala Damato.
Incluso si los exportaciones a Europa se desplomaran de un día para otro, eso no sería lo peor.
"Más importantes son las conexiones financieras que realmente podrían dañar a la economía" advierte Carey Leahey, de Decision Economics.
Para decirlo claramente: un colapso europeo podría desatar una reacción en cadena que podría llevar a una crisis crediticia global.
Los inversores ya están asustados y su temor ha llevado a la caída en las acciones de algunos de los nombres más importantes de Wall Street.
JP Morgan cayó 1,7% el martes, pese a ser considerado uno de los bancos estadounidenses más fuertes.
Hasta el momento, se ha evitado lo peor.
El colapso de la firma financiera MF Global el mes pasado y el rescate del banco franco-belga Dexia en octubre no han estado ni cerca de causar un daño semejante al que dejó la quiebra de Lehman Brothers en 2008.
Pero la acción tomada la semana pasada por la Reserva Federal estadounidense de agruparse con otros bancos centrales para bajar el costo de tomar prestado en dólares sugiere que puede haber otro colapso crediticio rondando.
Ese es el momento en que los problemas de Europa se convertirán en los problemas de todos.
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