Kelvin de la Nieve (25 años), afincado en Huelva, y Jonathan Alonso (21), en Avilés, nacieron en la República Dominicana y hoy se subirán al ring para defender a España, el país al que emigraron sus padres a ganarse las lentejas. Esa es la realidad del boxeo español,
la que maneja el seleccionador Manel Berdonce en el CAR de Madrid: tres púgiles españoles (Agustín Oliva, Diego Ferrer y Francisco Torrijos), uno de origen cubano (Orestes Molina), otro senegalés (Yomba Sissoko), un guineano (Eric Pambani) y Kelvin y Jonathan.
"Cuando un país se acomoda, los deportes duros se nutren de gente emigrante, que ha tenido la vida más difícil. Y el boxeo es como la ONU, un espacio solidario. Nos sentimos a gusto acogiendo a gente", explica el Tigre de Tetuán, exprofesional hasta no hace mucho, que intenta sacar otro medallista español en medio de la nada.
"Haber clasificado a dos púgiles es un milagro. En España no hay una escuela amateur como tal, la gente se entrena para ser profesional, hasta los 17 años no les dejan boxear en público, el número de licencias es el menor de Europa y en el Centro de Alto Rendimiento tenemos a siete u ocho cuando debían ser veinte", recita de memoria Berdonce, que en las paredes de la Blume ha colgado una frase que en sí es un resumen de sus existencias: "Ni tú, ni yo, ni nadie golpea más fuerte que la vida".
De Kelvin confía en su experiencia y de Maravilla en su buena estrella. "En tres torneos internacionales sacó dos medallas y ganó la clasificación", explica. "En la Blume voy a hacer ya tres años. ¡Y allí estudias o te piras!", advierte Jonathan, con unas Air Jordan de boxeo (diez pares en todo el mundo) que le cambió a un mexicano que a su vez compró a un yanqui. Lecciones de vida en la República Dominicana de España.
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