Luguelín Santos creció en un barrio muy humilde de la República Dominicana, en una familia con escasos recursos, pero ello no fue freno para demostrar su talento en el atletismo, pese a que no tenía dinero ni siquiera para comprarse zapatillas y a veces tenía que practicar descalzo.
A sus 19 años, una plata olímpica ha cambiado su vida, en los 400 metros de los Juegos Olímpicos de Londres-2012, y ha premiado su perseverancia y su ilusión por perseguir un sueño, en la más pura tradición del deporte: sin artificios, sin intereses, sin adimentos, sólo por la pasión de ser más rápido.
Aunque parezca imposible por su corta edad, Santos (en la foto) ya sabe lo que es volver a casa como un héroe olímpico, ya que en 2010 ganó dos oros en los primeros Juegos Olímpicos de la Juventud (JOJ), en Singapur, y su pueblo le brindó un recibimiento por todo lo alto, como si Lionel Messi llegara de visita.
Se paseó por las calles del pueblo saludando desde lo alto de un coche, mientras sus vecinos, sus amigos, las personas que le vieron crecer y correr por los montes sin entender para qué, participaban en la fiesta popular en su honor, con tambores, bailes y mucha música.
Hasta las cadenas de televisión se acercaron aquel día al barrio y la familia Santos relató su difícil situación económica y cómo Luguelín había tenido que luchar contra las carencias más básicas desde muy corta edad.
“Había veces que iba siempre con el mismo pantalón, con los zapatos rotos. Pero eso no fue obstáculo para continuar. Con el esfuerzo lo fue consiguiendo, diciéndose +yo puedo, yo puedo+. Ahí seguía, perseverando”, contó su madre en una entrevista con la televisión, entre lágrimas.
“Había veces que iba a practicar descalzo, hasta dos veces al día. O me iba sin comer. Pasaba hambre y no tenía tenis (zapatillas), practicaba descalzo”, apuntó el propio Luguelín al contar su historia.
Si el etíope Abebe Bikila fue capaz de ganar un maratón olímpico descalzo, en Roma-1960, él también iba a poder salir adelante con el “Yo puedo, yo puedo” que le inculcaron desde pequeño.
Los Juegos Olímpicos juveniles de Singapur supusieron su rampa de despegue, con dos oros (400 metros, relevo 4×400 metros) que le permitieron empezar a mejorar su situación y a participar en competiciones internacionales.
En los Panamericanos de Guadalajara-2011 fue plata en esas dos mismas pruebas. En el caso de la individual, sólo superado por el costarricense Nery Brenes, que en estos Juegos londinenses no pudo ni siquiera acceder a las semifinales.
El año 2012 ya le había brindado una alegría, con un oro en la vuelta de pista en el Mundial Júnior de Barcelona, en el mes de julio, antes de viajar a Gran Bretaña para afrontar el sueño de estos Juegos, donde pasó primero a semifinales y luego a la final, ganando incluso su serie.
Su plata en Londres contribuyó a una jornada histórica para el atletismo dominicano, gracias al oro que su admirado Félix Sánchez logró a los 34 años en los 400 metros vallas.
Santos está llamado desde ya a ser el ídolo de los aficionados dominicanos, cuando “Supermán” deje de volar. Con paso firme y ya nunca más descalzo.
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