02 mayo 2012

Los talibanes responden a la visita de Obama con un ataque en Kabul


Pocas horas después de que el presidente Barack Obama visitara Afganistán para firmar un acuerdo estratégico con su homólogo Hamid Karzai y anunciar “un nuevo capítulo” en la misión bélica occidental en aquel país, la insurgencia talibán atacó de nuevo con fuerza, asediando un complejo residencial habitado eminentemente por contratistas norteamericanos. Fallecieron siete civiles afganos y cuatro terroristas, en un ataque que marcó el inicio de la gran ofensiva que, con la primavera y el deshielo, acometen cada año los rebeldes apartados del poder en 2001. 

Un año después de la muerte Osama Bin Laden, el presidente norteamericano visitó la base de Bagram, al norte de Kabul y en una zona relativamente segura. Estuvo allí exactamente seis horas y cinco minutos, según la Casa Blanca. Y aunque llegó a Afganistán pasadas las diez de la noche del martes, no durmió allí, sino que se marchó a las 4:30 de la madrugada del miércoles, con destino a Washington, haciendo escala para repostaje en Alemania. Por motivos de seguridad, los presidentes de EE UU no suelen pernoctar en Afganistán cuando hacen visitas oficiales.

Ataques ocultos

Un reciente estudio de la agencia Associated Press asegura que la OTAN no informa deliberadamente de todos los ataques ejecutados por soldados de las fuerzas armadas afganas, para evitar dar la impresión de que la insurgencia está fortalecida y se ha infiltrado en el Ejército una década después del inicio de la guerra. De forma rutinaria, las tropas aliadas sólo informan de los ataques enemigos de ese tipo que se saldan con víctimas mortales. Aquellos que únicamente provocan heridos o daños materiales se mantienen en secreto. Hace un año, por ejemplo, un soldado afgano abrió fuego contra tropas estadounidenses en el aeropuerto militar de Kabul y mató a nueve altos mandos. Esos ataques dan la impresión de que las tropas afganas están plagas de defectores, y que no están aun preparadas para tomar el relevo, un proceso que Kabul y Washington quieren que comience con celeridad, de cara a la transferencia completa de soberanía que culminará antes de finales de 2014. En ocasiones, los talibanes ofrecen a los soldados pagas mayores de las que les concede el propio ejército, lo que provoca numerosas deserciones. 
A las seis de la mañana cuatro insurgentes vestidos con burkas -una práctica común en los últimos meses- atacaron las puertas de la llamada Villa Verde, un complejo fortificado construido en 2008. Emplearon rifles, granadas, morteros, un coche bomba y chalecos con explosivos. Aunque pretendían dañar a la comunidad de unos 2.000 contratistas occidentales que reside allí, acabaron aniquilando a siete civiles afganos, varios de ellos niños que se dirigían a clase. Hubo además 17 heridos, según el Ministerio del Interior afgano.
Los talibanes se han atribuido el atentado en un comunicado. Además, como cada año, han anunciadoformalmente el inicio de su ofensiva de primavera. "El principal objetivo de esta operación serán los ocupantes extranjeros, sus asesores, los contratistas y los miembros de todos los destacamentos militares y servicios de inteligencia", dijeron. "Igualmente, lo serán los altos cargos del Gobierno de Kabul, y aquellos vinculados a los ministerios de Defensa, Inteligencia e Interior, así como los miembros del Consejo de Paz”.
Aunque en ese comunicado los talibanes aseguraban que no atacarían a civiles, desde hace meses ataques como el de ayer acaban saldándose únicamente con muertes de ciudadanos afganos, víctimas colaterales en este conflicto. “Éste es otro intento de ataque desesperado por parte de los talibanes”, dijo el general de brigada Carsten Jacobson, portavoz de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, después de anunciar el final del ataque. “Es otro atentado de la insurgencia que se ha saldado con muertes de civiles afganos inocentes, la mayoría de ellos niños que estudiaban en una escuela cercana”.
Además, dos soldados de la OTAN fallecieron en otro ataque, cuando un artefacto explosivo estalló en el este del país, cerca de la frontera con Pakistán, una zona donde se refugian numerosos insurgentes. Hasta la fecha, son 140 los soldados occidentales fallecidos en Afganistán desde el principio de 2012. El número de tropas aniquiladas a manos de insurgentes ha ido aumentando progresivamente a lo largo de los años, hasta alcanzar la cota máxima de 711 en 2010. Según los planes anunciados por Obama, y ratificados el martes con la firma del acuerdo estratégico con Karzai, las tropas aliadas abandonarán el país antes de finales de 2014.

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