Esperanza es nombre ficticio con que se proyectó el caso de la joven Rosalba Almonte de 16 años que había estado embarazada hasta poco antes de su fallecimientoa las 8 de la mañana de ayer, tras un aborto espontáneo y complicaciones a consecuencia de la leucemia plastiforme en Centro Médico de los Maestros.
Su caso se transformó en un símbolo de una lucha entre sectores con concepciones opuestas sobre el tema del aborto y la vida, a consecuencia de la interpretación diversa del Artículo 37 del Código Penal que prohíbe toda acción que atente contra la vida “desde la concepción del feto hasta el final de la existencia de la persona”.
El entierro
Con sus exequias esta mañana con la humildad y dignidad de una familia que sin desearlo se vio en el centro de una agria polémica y en la cual no deseaba estar, no termina la divergencia. El artículo en referencia sigue vigente a pesar de que su interpretación es objeto de versiones con partes interesadas.
¿Penaliza o no penaliza el aborto? De cada parte, hay quienes justifican su postura, pero el hecho es que los médicos y las autoridades sanitarias se vieron bajo enorme presión para autorizar un procedimiento de quimioterapia, imprescindible y mandatario, para intentar salvar la vida de la adolescente y al cual, com el fuego graneado de titulares y acciones de protesta, accedieron. Las autoridades médicas indicaron ayer que hicieron lo que clínicamente había que hacer, independientemente de la presión en los medios.
La Iglesia
La Iglesia Católica, por instrucciones del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez dispuso que el Centro de Diagnóstico y Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat) cubriera la parte analítica y las plaquetas que necesitaba la paciente.
El padre Manuel Ruiz, que dio seguimiento y apoyo a la familia paso a paso, informó que se tenían los donantes para las pruebas y que la Iglesia estaba dispuesta a cubrir lo que el Ministerio de Salud no cubriera. Se preguntó ¿dónde estaban las feministas, además de sus ruedas de prensa.
¿Quién es culpable?
El Colectivo Mujer y Salud, en un comunicado que envío a El Nacional dice: “Murió Esperancita. Hoy es día de luto y vergüenza para el país. Había conciencia de que el embarazo la ponía en alto riesgo, pero prefirieron arriesgar su vida e imponerle una inmolación a realizarle el aborto terapéutico. Lo que se hizo con Esperancita constituye un acto de tortura, cruel e inhumano.”
“A falta de la divulgación completa y transparente de resultados de autopsia –cosa poco probable en este país de jerarcas todopoderosos y autoridades miedosas- quizás nunca sepamos a ciencia cierta lo que ocurrió. Pero de confirmarse que la paciente murió de hemorragia uterina tras la expulsión espontánea del embrión, sus médicos, las autoridades de Salud y los defensores a ultranza del derecho a la vida del cigoto, tendrán mucho que explicar.”
No autopsia
La doctora Liliam Fondeur, ginecóloga y feminista que trajo el caso a la opinión pública por medio de su columna Ginecología Actualizada en este periódico, dijo que los médicos forenses le confirmaron que no se hizo la autopsia de ley. La profesional de la medicina escribió el pasado jueves 16 una columna en la que oraba por la preservación de la vida de Rosalba y decía: “¡Ay Esperanza, ay! Arrebatamos tu historia al miedo de los galenos, las redes sociales se hicieron eco de tu dolor, en twitter demandaron tu derecho a soñar.”
UN APUNTE
El entierro
Desgarrada, su familia le ofreció hoy una misa de cuerpo presente en la parroquia del barrio Eduardo Brito, en Pedro Brand, en el Kilómetro 25 de la autopista Duarte. Sus restos fueron llevados a la capilla a las diez de la mañana y tras los oficios religiosos fueron sepultados en el camposanto municipal.
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