Primero fue el coach de Italia Mike Piazza que protestó por la forma en que los peloteros dominicanos celebraron al conseguir la victoria.
Ahora le tocó el turno a Brandon Phillips, el intermedista del equipo de los Estados Unidos, que se quejó por las emociones de los jugadores quisqueyanos luego de la victoria del pasado jueves con la que consiguieron su boleto a la semifinal en San Francisco.
Aparentemente, las sensibilidades son demasiadas cuando se pierde en el Clásico Mundial de Béisbol. Mientras la prensa de todo el mundo elogia la pasión que demuestran los quisqueyanos, sus rivales los acusan de ser escandalosos.
Los jugadores dominicanos han mostrado el juego alegre al que siempre han estado acostumbrados tanto en su país como en el propio Estados Unidos cuando juegan en las Grandes Ligas y en los circuitos minoritarios.
El problema está en que hasta ahora nadie se había dado cuenta de una cosa con relación al Clásico Mundial de Béisbol: cada partido podría compararse con un triunfo en la Serie Mundial.
En un Marlins Park en el que más del 70 por ciento de la fanaticada era o dominicana o latina y que parecía más el Estadio Quisqueya o Cibao en medio de la final de la pelota invernal dominicana, en el que las güiras, las tamboras, las cornetas y hasta racimos de plátanos se adueñaron del ambiente, qué se podía esperar.
El dirigente dominicano Tony Peña le envió un mensaje a todo aquel que tiene problemas con la forma en que sus muchachos celebran.
"Esta es nuestra cultura, nosotros celebramos de esta manera y vamos a seguir haciéndolo", dijo Peña al escuchar sobre las constantes críticas.
En los estadios dominicanos hay una frase muy común que dice "El que gana es el que goza" y precisamente eso han hecho los caribeños al conseguir victorias en los primeros cinco partidos en los que han visto acción.
Y con su pase a San Francisco asegurado, los dominicanos prometen seguir con su fiesta, la que ha servido para darle vida a un torneo que inicialmente parecía importarle poco a cualquiera que no fuera latino.
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