Al menos 47 personas murieron y 33 resultaron heridos en el incendio de un autobús en la ciudad de Xiamen, en el sureste de China, en un suceso bajo investigación criminal ya que las autoridades creen que fue intencionado.
La tragedia, ocurrida ayer, viernes, se atribuyó casi de forma inmediata a un "grave acto criminal", y hoy la Policía local confirmó haber identificado a un sospechoso, aunque no reveló más datos.
"La investigación del caso ha logrado grandes averiguaciones, y se dará información detallada pronto", aseguraba este sábado la Policía de la citada ciudad en su cuenta oficial de Weibo, el Twitter chino.
Como indicios que apuntaban a que se trataba de un incendio provocado las autoridades señalaron que las ruedas y el depósito de combustible del autobús estaban intactos, por lo que, en principio, descartaban que se debiera a un problema de seguridad.
En el momento del siniestro, ocurrido a las 18.20 del viernes (10.20 GMT), 90 personas viajaban en el autobús, de las cuales 47 han fallecido y 34 se encuentran hospitalizadas.
Entre los pasajeros había 15 estudiantes, siete de los cuales están recibiendo tratamiento médico y los ocho restantes continúan desaparecidos.
El Gobierno municipal de Xiamen (provincia de Fujian) aseguró que ya ha revelado una lista de los heridos y que las identidades de las víctimas mortales todavía se están verificando, según publicó hoy la agencia oficial Xinhua.
El suceso ocurrió después de que un fuego en una matadero avícola en el norte de China (provincia de Jilin) causara el lunes 120 muertos y alrededor de 70 heridos, el peor incidente de este tipo en más de una década.
En este caso las autoridades atribuyeron el siniestro a negligencias en la seguridad de la planta por parte de la compañía y del Gobierno local, al fallar en la supervisión.
Supervivientes de la tragedia aseguraron que, al intentar salir de la planta cuando vieron el fuego (que se cree que se produjo por un escape de amoniaco), se dieron cuenta de que la principal puerta de salida estaba cerrada, por lo que se creó una avalancha.
El director del Departamento de Seguridad Nacional, Yang Dongliang, afirmó días después que "la gestión de la compañía era caótica".
"Mucha gente murió cerca de la puerta", admitió.
Un día antes, el 2 de junio, una explosión de un tanque de petróleo de la empresa Petrochina en el puerto de la ciudad de Dalian (noreste), dejó al menos dos muertos, y dos personas siguen desaparecidas.
Tras la oleada de trágicos sucesos, el presidente chino, Xi Jinping, advirtió hoy que la potencia asiática "no puede jamás perseguir el desarrollo a costa de la vida de las personas".
Xi envió este mensaje desde California, última parada de su gira americana y donde se encuentra en reuniones con su homólogo estadounidense, Barack Obama.
Según un comunicado divulgado por el Comité Central del Partido Comunista (PCCh), el mandatario aseguró que la seguridad de los ciudadanos es una "línea roja que no puede ser cruzada".
"Se han sucedido graves accidentes que han dejado muchas víctimas y provocado grandes pérdidas. Se debe prestar atención al respecto", remarcó Xi.
El mandatario ha urgido a las autoridades del país a "aprender de la lección pagada con sangre" y a desarrollar investigaciones de seguridad para prevenir futuras catástrofes.
"La supervisión de la seguridad y su gestión deben ser mejoradas", enfatizó.
Las tragedias de este tipo suelen hacer que se ponga en entredicho el sistema de seguridad de las industrias y transportes chinos, así como la capacidad de reacción del gigante asiático a la hora de gestionar las operaciones de rescate.
Familiares de víctimas suelen quejarse de la tardanza y poca transparencia de las autoridades a la hora de revelar datos.
El mensaje de Xi, quien se espera que regrese entre mañana y el lunes tras su gira americana, se considera una respuesta a las cada vez más frecuentes quejas populares de que la potencia asiática supedita la seguridad de la ciudadanía al crecimiento económico.
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