Nueva York.- Una señora dominicana residente en el edificio número 49 de South Broadway en Yonkers, a poca distancia de El Bronx, murió congelada (hipotermia), en el patio del inmueble donde vivía. La temperatura se sentía a unos 15 grados Fahrenheit y el suelo estaba cubierto totalmente con nieve.
Ramona Dalmasi, de 77 años de edad, vivía sola en el apartamento 3-D, de dicho edificio propiedad de la ciudad, y en horas de la madrugada salió sin abrigo y descalza al patio y cuando trató de regresar la puerta se había cerrado automáticamente.
La abuela era atendida durante el día por una mujer asignada, y se informó que padecía de problemas mentales. El súper de la edificación ni las autoridades han emitido opiniones sobre la tragedia, ya que donde Dalmasi residía no hay vigilancia y falta de seguridad.
Los vecinos de la fallecida mujer han lamentado la tragedia y la describieron como una persona tranquila, que se pasaba parte de su tiempo visitando uno que otros apartamentos y conversando con sus propietarios.
Sus familiares tampoco quisieron hablar sobre el caso, ya que están en trámite para trasladar el cadáver hacia la República Dominicana.
La hipotermia es grave cuando la temperatura corporal desciende bruscamente en una caída de sólo 2 °C (3,6 °F), entorpeciendo el habla y la persona comienza a amodorrarse, y si la temperatura desciende aún más, el afectado pierde la consciencia y muere. A menos 30 grados una persona mal vestida se puede congelar en algunos minutos.
La hipotermia se divide en tres etapas: Primera fase, cuando la temperatura del cuerpo desciende en 1–2 °C (1,8–3,6 °F) por debajo de la temperatura normal, produciendo escalofríos que pueden ir de leves a fuertes.
La Segunda fase, cuando la temperatura desciendo en 2–4 °C (3,6–7,2 °F). Los escalofríos se vuelven más violentos, la falta de coordinación en los músculos se hace evidente, los movimientos son lentos y costosos, acompañado de un ritmo irregular y leve confusión, a pesar de que la víctima pueda parecer alerta.
Y Tercera fase o hipotermia profunda, cuando el calofrío desaparece y empieza la dificultad para hablar, lentitud de pensamiento, amnesia, incapacidad de utilizar las manos y piernas, los procesos metabólicos se bloquean, la piel expuesta se vuelve azul, la coordinación muscular se torna muy pobre y caminar se convierte en algo casi imposible, entre otros males.
Vehículos bajo la nieve
Miles de vehículos estacionados en avenidas y calles de Manhattan, El Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island, se encuentran inmovilizado desde hace varios días debido a que están arropados por la acumulación de nieve congelada.
Durante un recorrido por diversas vías de la ciudad, se pudo observar canteras de vehículos con grandes cantidades de nieve congelada a la altura de los vidrios de sus puertas.
La mayoría de calles están despejadas por la labor de cientos de camiones ¨quita nieve¨, la cual es lanzada a las orillas y provoca acumulación de varios pies de altura alrededor de los carros aparcados.
Muchos propietarios han tratado de quitarla con picos, palas y otras herramientas, pero ésta se ha convertido en ¨hielo puro¨, imposibilitando quitársela.
La ciudad se encuentra sin sal, porque la existente se agotó durante la segunda tormenta invernal que azotó la urbe hace pocos días.
Este año ya se llevan empleadas casi 350,000 toneladas, prácticamente el doble que en todo el invierno pasado.
Para encontrar cifras similares hay que retroceder a la temporada invernal 2000-2001, cuando se utilizaron más de 400,000 toneladas.
Teniendo en cuenta que en los últimos dos inviernos no se habían usado más de 200,000 toneladas de sal, la ciudad se hizo este año con 250,000 toneladas que repartió entre los 37 depósitos que tiene desperdigados en los cinco condados. Por cada tonelada se pagaron $57 dólares.
La gran cantidad de nieve caída ha obligado empezar a rellenar las reservas con la ayuda estatal y a través de empresas como Atlantic Salt Company, el principal proveedor de sal de todo NY, que almacena 350,000 toneladas en sus depósitos de Staten Island.
Las montañas de sal de esta compañía, que trae la mayoría de su inventario por barco desde países de Centro y Sudamérica, alcanzan tal volumen y altura que son visibles a través de las imágenes que capturan los satélites en el espacio.
Para hacer frente a las últimas nevadas, el alcalde Bill de Blasio tuvo que poner en funcionamiento 450 vehículos expendedores de sal. Alrededor de 2,300 trabajadores estuvieron haciendo turnos de 12 horas.
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