PARÍS — En un partido increíble, Serena Williams doblegó a Lucie Safarova por 6-3, 6-7 (2) y 6-2 y se consagró campeona de Roland Garros por tercera vez en su carrera (2002 y 2013, las otras). En total, alcanzó su 20° título de Grand Slam, para quedar a solo dos de los 22 de Steffi Graf, la más ganadora de la Era Abierta.
Serena Williams y más historia en París
Hasta bien entrado el segundo parcial, todo marchaba en un camino más que llano para la N°1 del mundo. Sin afrontar siquiera chances de quiebre con su servicio, lideraba con ventaja de set y doble quiebre una final que parecía tener rápido destino de cierre.
El punto de inflexión tuvo lugar en el sexto game de ese segundo capítulo. Sacando 6-3, 4-1 y 40-15, Serena se vino abajo. Dos doble faltas para entregar el break, una pequeña racha de 3-12 en puntos con nuevos problemas al servicio, y de pronto, marcador nivelado en 4-4.
Con el impulso, Safarova se soltó y encontró mayor profundidad en sus golpes de base. Pero debió sortear otra prueba antes de ratificar su reacción. Porque Serena volvió a quebrar en 6-5 y sacó para partido, buscando dejar en una anécdota el derrumbe previo.
Contra las cuerdas, apareció lo mejor de la checa: gran derecha invertida y mejor revés paralelo para desbordar a una sorprendida versión de Serena, que otra vez se veía frustrada al servicio y dirimiendo la suerte del parcial en tiebreak.
En el desempate, la estadounidense padeció de arranque su karma en ese segundo set: las doble faltas. Dos servicios sin destino le dieron un miniquiebre de entrada a Safarova, y la checa enseguida se escapó por 4-1. No habría vuelta atrás. Apenas algunos errores más de Serena desde el fondo y apertura a una tercera manga en París.
Y parecía que el quiebre en el partido era total, porque Safarova también empezó golpeando el último set, con break y margen de 2-0. Pero hasta allí llegó su ventana. Como jugando con un interruptor que se prende y se apaga cuando ella quiere, Serena reapareció sin aviso en la final, hilvanó una ráfaga letal y sacó de plano cualquier tipo de sorpresa mayúscula.
Ante Timea Bacsinszky en semifinales, el tramo decisivo (estando set y break abajo) fue de 10-0. Aquí, 6-0. Marcas que registran por sí solas la capacidad de la N°1 del mundo.
De esta manera, la menor de las Williams se va de París con su título N°68 en singles de la WTA. Y lo dicho: 20 de esos trofeos corresponden a eventos de Grand Slam. “La marca de Steffi parece imbatible. Superarla sería impresionante, pero a Serena le motiva escribir la historia. Si logra hacerlo, entonces probablemente será la mejor prueba de que es la tenista más grande de todos los tiempos”, enfatizaba antes del torneo su entrenador, Patrick Mouratoglou. En pocas semanas, el césped del All England le dará otra chance de seguir cortando camino.
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