Pobreza y marginalidad rodea el hogar donde vivirá Charleny, recibida simbólicamente en RD como el número que completa los 7 mil millones de habitantes del planeta.La niña todavía no está en su casa, debido a que su madre, Rosalba Mota, de 16 años, se recupera en la Maternidad de Los Mina de una preclancia que la colocó en una situación delicada de salud, como consecuencia de su corta edad para ser madre.
En la casa sin número, ubicada en la calle El Mango, del sector Altos de Chavón, municipio Boca Chica, su bisabuela le tiene preparada a Charleny una angosta habitación, con piso de tierra al que le ha colocado un pedazo de cartón para evitar que el polvo se levante. La cunita que recibió como regalo el día del alborotado y mencionado nacimiento, junto a una cama vieja, son los ajuares que complementan el cuarto.
Su bisabuelo materno, Federico Núñez, dice que no le agradó lo del embarazo de Rosalba, a quien le ha tocado criar junto a otros hijos y nietos, porque lo hizo sin pensar que significaba para una familia que depende de pocos recursos.
“Ahora viene un nueva muchacha, pero la vamos a querer y a criar como a los otros. Con Dios delante no le faltará comida”, afirma el anciano de 78 años, quien tiene marcado en su rostro el peso de la pobreza.
Desconocen datos
La familia de Rosalba todavía no entienden a qué se debió el bullicio que causó el nacimiento de Charleny. Ni siquiera saben qué contestar cuando se le pregunta por qué salieron sus imágenes en todos los medios de comunicación. Sólo se limitan a decir que su pariente ganó el premio de los siete mil millones de habitantes del mundo, y que esperan saber qué sucederá en lo adelante con la vida de la niña.
En la casa sin número, ubicada en la calle El Mango, del sector Altos de Chavón, municipio Boca Chica, su bisabuela le tiene preparada a Charleny una angosta habitación, con piso de tierra al que le ha colocado un pedazo de cartón para evitar que el polvo se levante. La cunita que recibió como regalo el día del alborotado y mencionado nacimiento, junto a una cama vieja, son los ajuares que complementan el cuarto.
Su bisabuelo materno, Federico Núñez, dice que no le agradó lo del embarazo de Rosalba, a quien le ha tocado criar junto a otros hijos y nietos, porque lo hizo sin pensar que significaba para una familia que depende de pocos recursos.
“Ahora viene un nueva muchacha, pero la vamos a querer y a criar como a los otros. Con Dios delante no le faltará comida”, afirma el anciano de 78 años, quien tiene marcado en su rostro el peso de la pobreza.
Desconocen datos
La familia de Rosalba todavía no entienden a qué se debió el bullicio que causó el nacimiento de Charleny. Ni siquiera saben qué contestar cuando se le pregunta por qué salieron sus imágenes en todos los medios de comunicación. Sólo se limitan a decir que su pariente ganó el premio de los siete mil millones de habitantes del mundo, y que esperan saber qué sucederá en lo adelante con la vida de la niña.
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