Sin tiempo para responderse cómo pudo morir de una hemorragia repentina alguien que el sábado dio una conferencia, el domingo hizo un viaje de 9 horas y el lunes empezó su novela, México se desperezó ayer con la sensación de haber pasado la noche llorando. En los cafés y en las redes sociales.
Hasta la empedrada Calle ‘Apostol Santiago’ del Distrito Federal, donde ha estado la casa de Carlos Fuentes desde que dejó la embajada de París en 1977,
se acercaron durante toda la noche del martes personalidades como Pilar del Río, viuda de José Saramago, Ángeles Mastretta o Elena Poniatowska para despedirse del féretro y consolar a su viuda Silvia Lemus.
La viuda también recibió condolencias de estadistas y políticos de todo el mundo, entre otros de los españoles Mariano Rajoy y el príncipe Felipe; el presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el francés François Hollande.
Pero la gran catedral laica donde se congregaron los fieles del escritor fue el Palacio de Bellas Artes en la capital mexicana. Con paraguas, pañuelos o con un ejemplar de Gringo Viejo abierto sobre la cabeza para protegerse del sol, cientos de personas esperaron ayer durante horas en Bellas Artes para despedir al escritor.
Dentro del imponente edificio, donde han sido velados desde Octavio Paz a María Félix y Cantinflas, algunos familiares y la clase política, que tanto despreció Carlos Fuentes a lo largo de su vida, lo recordaron con reflexiones sobre su vida y pasajes sobre la muerte.
“Enemiga y, más que enemiga, rival, cuando nos arrebata a un ser amado. Qué injusta, qué maldita, qué cabrona es la muerte que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos” dijo el presidente mexicano Felipe Calderón leyendo algunas páginas del libro de Fuentes En esto creo. “Muy querido don Carlos: ni su pensamiento, ni suslibros ni su crítica morirán jamás. Carlos Fuentes vivirá en sus obras, en su palabra en varias generaciones de mexicanos. Carlos Fuentes ha muerto para ser amado más”, concluyó emocionado.
El escritor Federico Reyes Heroles destacó la calidad de su obra y su esfuerzo por hacer de México un país mejor. “Siempre discutió su México, un México que deseaba mejor y más próspero”, señaló Heroles quien destacó su disciplina con el folio, la pluma y su generosidad con los jóvenes. “Fuentes se tomó en serio su oficio y eso debe ser ejemplo para muchos. Fue generoso con los escritores jóvenes y no es casualidad que murió el día del maestro” señaló. Su viejo amigo recordó también al Fuentes más alegre, capaz de recitar pasajes completos de Don Giovanni o retarse con García Márquez recitando a Góngora y Quevedo.
Heroles resaltó también la dimensión universal de Carlos fuentes (que hablaba a la perfección español, inglés y francés) con una de sus frases favoritas: “La cultura o es universal o no es cultural, lo demás es folclore”, solía decir.
El alcalde del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, uno de los pocos políticos por los que Fuentes tenía simpatía, definió al el escritor como el abogado de México porque estuvo del lado de las mejores causas para el país. “Era ante todo el abogado de la esperanza mexicana, nunca lo vi, sí preocupado pero nunca decepcionado de la grandeza mexicana” dijo frente al ataúd.
Según su viuda, Silvia Lemus, los restos de Carlos Fuentes serán incinerados y trasladados a París. Según explicó, él quería ser enterrado en el cementerio de Montparnasse, junto a sus dos hijos muertos y junto a sus “amigos”: Cortázar, Sartre, Simone de Beauvoir o Beckett. Incluso dejó, antes de morir, preparada la lápida que lleva su nombre y el de su mujer, ahora viuda, grabado.
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