La burbuja de la construcción creció en España para comienzos del nuevo
milenio. Y esa expansión trajo consigo un fenómeno que no es ajeno a ninguna
cultura o país, idioma, religión o continente: la migración. Por estos años, de
2001 al 2010 siendo específicos, se alojó el 72.73% de la migración consultada
en la “Madre Patria” por la Encuesta Regional de Inmigración 2012, una
herramienta de la Comunidad de Madrid que cuantifica la presencia extranjera en
suelo español.
En el periodo 2007-2009 llegó al país europeo el 36.80% de dominicanos entrevistados por esa investigación, con el sueño de construirse un mejor futuro. Cifras similares muestra el periodo 2004-2006, cuando arribó el 30.40% de los compatriotas.
Las estadísticas muestran el éxodo producido por las carencias de un sistema mil veces colapsado, pero que aún tiene vigencia en el cariño y el denominado “don de gente” de sus pobladores.
No todo fue color de rosa ni perfecto para quienes se marcharon. Con los años, “una sorpresiva” crisis económica golpeó al país ibérico y todo pareció derrumbarse.
La situación ha sido tal que el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, declaró, de acuerdo a la prensa internacional, lo siguiente: “Estamos viviendo un momento crucial que determinará nuestro futuro, el de nuestras familias, el de nuestros jóvenes, el de nuestro bienestar y el de todas nuestras esperanzas”.
Como medidas para la recuperación han sido tomadas una serie de disposiciones impositivas que llevaron al gobierno a enfrentar un paro de labores a tan solo tres meses de haberse instalado.
Las disposiciones buscan recortar de los presupuestos a 2015 hasta 65,000 millones de euros.
Dicha crisis ha obligado a cientos de dominicanos a regresar, con el lastre de haber perdido los mejores años de su vida en un intento que fracasó. La situación ha obligado a que muchos compatriotas, sobre todo del Sur del país, regresen a casa con “las manos vacías”, frustrados los sueños y esperanzas que se habían forjaron.
Cristina González, sentada en uno de los 14 colmadones existentes en el municipio Vicente Noble, de Barahona, con una cer-veza en mano servida previamente por un hombre recién llegadito “sin ná” de la “Madre Patria”, pero que por vergu¨enza no quiere hablar, exclama: “Los que se quedan mal pasando son más. Muchos no vienen para que no les vean sin un peso. Sin nada.
Prefieren quedarse allá pasando las mil y una antes que su gente les vea desarropados”.
Asegura que muchos no se prepararon para tiempos de crisis, pensando que la bonanza económica que disfrutaban les duraría por siempre.
Esta joven vino con familiares a pasar las vacaciones de verano, y asegura que lo peor no se ha visto.
De lo que se trata es de un temor al rechazo social, de acuerdo a Yris Rossi, una dominicana que ha estudiado el tema de las migraciones locales, y es la autora del estudio “Diagnóstico de Inmigrantes Dominicanos”. “El objetivo principal de alguien que emigra es mejorar sus condiciones de vida y la de su familia. Cuando eso no se consigue, tienden a sentirse derrotados”.
De acuerdo a la catedrática universitaria, los momentos de crisis que viven los inmigrantes suelen ser más que amargos porque ellos no tienen redes parentales que les acojan.
¿Frustración?
Simón Bolívar De León, de 48 años, y Runaldo Matos de 50, ambos residentes en Canoa, Barahona, son dos ejemplos de dominicanos que vivieron en carne vivauna crisis europea que hoy parece interminable.
Ambos se sientan cada mañana bajo los árboles que adornan sus viviendas y no suelen hablar del tema europeo. Pero lo sienten y recuerdan como si el avión que los trajo de regreso apenas hubiese aterrizado.
“Uno tiene que venir, porque imagínate. Allá es difícil el tipo que se gana ahora 3,000 euros (RD$150,000 aproximadamente) mensual”, dice De León.
Impotencia
Sin poder pisar tierra dominicana están los hermanos de “Claudio”. ¿La razón? No tienen dinero para cubrir sus pasajes aéreos. La situación llega a extremos, según dice, cuando es necesario que los familiares, residentes en sus pueblos natales, tengan que ayudarlos a regresar. Algo que “está pasando muy frecuente”.
De León y Matos difieren ante una pregunta. En principio dudan, luego relucen sus impresiones. Simón Bolívar asegura que no volvería a Madrid si la situación económica mejorase; igual reacción tiene su compañero.
“Compadre, ombe, usted vuelve si en un par de meses la cosa se arregla”, le bromea De León, ante una sonrisita que admite la posibilidad que plantea su amigo.
(+)
CENTROS QUE OFRECEN AYUDA
La posibilidad de regreso es una de las garantías que brinda la Comunidad de Madrid, según la profesora Yris Rossi. Uno de los inconvenientes, admitidos por la experta, es el desconocimiento de este plan de ayuda para migrantes que desean volver a sus países de origen.
También el Centro Hispano- Dominicano es una de las herramientas que deben tener cerca los dominicanos, debido a que allí se les brindan importantes informaciones y asesorías sobre su estancia en la denominada “Madre Patria”.
En el periodo 2007-2009 llegó al país europeo el 36.80% de dominicanos entrevistados por esa investigación, con el sueño de construirse un mejor futuro. Cifras similares muestra el periodo 2004-2006, cuando arribó el 30.40% de los compatriotas.
Las estadísticas muestran el éxodo producido por las carencias de un sistema mil veces colapsado, pero que aún tiene vigencia en el cariño y el denominado “don de gente” de sus pobladores.
No todo fue color de rosa ni perfecto para quienes se marcharon. Con los años, “una sorpresiva” crisis económica golpeó al país ibérico y todo pareció derrumbarse.
La situación ha sido tal que el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, declaró, de acuerdo a la prensa internacional, lo siguiente: “Estamos viviendo un momento crucial que determinará nuestro futuro, el de nuestras familias, el de nuestros jóvenes, el de nuestro bienestar y el de todas nuestras esperanzas”.
Como medidas para la recuperación han sido tomadas una serie de disposiciones impositivas que llevaron al gobierno a enfrentar un paro de labores a tan solo tres meses de haberse instalado.
Las disposiciones buscan recortar de los presupuestos a 2015 hasta 65,000 millones de euros.
Dicha crisis ha obligado a cientos de dominicanos a regresar, con el lastre de haber perdido los mejores años de su vida en un intento que fracasó. La situación ha obligado a que muchos compatriotas, sobre todo del Sur del país, regresen a casa con “las manos vacías”, frustrados los sueños y esperanzas que se habían forjaron.
Cristina González, sentada en uno de los 14 colmadones existentes en el municipio Vicente Noble, de Barahona, con una cer-veza en mano servida previamente por un hombre recién llegadito “sin ná” de la “Madre Patria”, pero que por vergu¨enza no quiere hablar, exclama: “Los que se quedan mal pasando son más. Muchos no vienen para que no les vean sin un peso. Sin nada.
Prefieren quedarse allá pasando las mil y una antes que su gente les vea desarropados”.
Asegura que muchos no se prepararon para tiempos de crisis, pensando que la bonanza económica que disfrutaban les duraría por siempre.
Esta joven vino con familiares a pasar las vacaciones de verano, y asegura que lo peor no se ha visto.
De lo que se trata es de un temor al rechazo social, de acuerdo a Yris Rossi, una dominicana que ha estudiado el tema de las migraciones locales, y es la autora del estudio “Diagnóstico de Inmigrantes Dominicanos”. “El objetivo principal de alguien que emigra es mejorar sus condiciones de vida y la de su familia. Cuando eso no se consigue, tienden a sentirse derrotados”.
De acuerdo a la catedrática universitaria, los momentos de crisis que viven los inmigrantes suelen ser más que amargos porque ellos no tienen redes parentales que les acojan.
¿Frustración?
Simón Bolívar De León, de 48 años, y Runaldo Matos de 50, ambos residentes en Canoa, Barahona, son dos ejemplos de dominicanos que vivieron en carne vivauna crisis europea que hoy parece interminable.
Ambos se sientan cada mañana bajo los árboles que adornan sus viviendas y no suelen hablar del tema europeo. Pero lo sienten y recuerdan como si el avión que los trajo de regreso apenas hubiese aterrizado.
“Uno tiene que venir, porque imagínate. Allá es difícil el tipo que se gana ahora 3,000 euros (RD$150,000 aproximadamente) mensual”, dice De León.
Impotencia
Sin poder pisar tierra dominicana están los hermanos de “Claudio”. ¿La razón? No tienen dinero para cubrir sus pasajes aéreos. La situación llega a extremos, según dice, cuando es necesario que los familiares, residentes en sus pueblos natales, tengan que ayudarlos a regresar. Algo que “está pasando muy frecuente”.
De León y Matos difieren ante una pregunta. En principio dudan, luego relucen sus impresiones. Simón Bolívar asegura que no volvería a Madrid si la situación económica mejorase; igual reacción tiene su compañero.
“Compadre, ombe, usted vuelve si en un par de meses la cosa se arregla”, le bromea De León, ante una sonrisita que admite la posibilidad que plantea su amigo.
(+)
CENTROS QUE OFRECEN AYUDA
La posibilidad de regreso es una de las garantías que brinda la Comunidad de Madrid, según la profesora Yris Rossi. Uno de los inconvenientes, admitidos por la experta, es el desconocimiento de este plan de ayuda para migrantes que desean volver a sus países de origen.
También el Centro Hispano- Dominicano es una de las herramientas que deben tener cerca los dominicanos, debido a que allí se les brindan importantes informaciones y asesorías sobre su estancia en la denominada “Madre Patria”.
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