Hace unos días apareció una noticia en un periódico sobre una mujer que “regresó de entre los muertos”. Después de colapsar en su casa, Tasleem Rafiq fue transportada a un hospital donde los médicos trataron de resucitarla durante 45 minutos sin éxito.
Los médicos informaron a la familia que había muerto. Pero 11 horas más tarde Tasleem “volvió a la vida”, según dijo la hija en entrevistas.
El hospital Royal Berkshire en Reading, Inglaterra, donde se trató a la señora Rafiq, declaró que el equipo clínico no logró detectar el pulso de la paciente, pero que respiraba.
El doctor David Mossop, encargado del departamento de emergencias de la institución, expresó que se había seguido el protocolo de resucitación de forma correcta y que después de 45 minutos, cuando los análisis mostraron una profunda falta de oxígeno, se esperaba un nivel severo de daño cerebral.
Sin embargo, no había tal. “Eso es muy inusual” declaró. Y agregó que sólo había visto un caso similar durante su carrera.
Aunque son raros, los casos como el de esta mujer suelen ocurrir.
Lo cual plantea una pregunta: ¿qué tan difícil es determinar que una persona ha muerto?
Los expertos afirman que los casos de un diagnóstico incorrecto son excepcionalmente raros.
El doctor Kevin Fong, especialista en anestesiología que ha estado investigando la resucitación de pacientes para un programa de la BBC, coincide en que “los casos de ‘volver a la vida’ después de que se ha determinado incorrectamente la muerte son sumamente raros”.
“La muerte es un proceso, más que un momento en el tiempo. Es una transición, la vida se desvanece lentamente” explica.
“Identificar con precisión cuándo esto ocurre puede ser difícil, especialmente cuando la situación es complicada”.
“Pero el diagnóstico en sí mismo está basado en criterios muy estrictos a los cuales hay que adherirse” agrega.
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