Angela Cottam ingresó en el Hospital Countess of Chester donde le provocaron el parto. Le pusieron la epidural y al rato, una matrona observó que la mujer empezó a tener dificultades para respirar.
Los médicos que la examinaron rápidamente determinaron que sufría una embolia de líquido amniótico. Su torrente sanguíneo estaba inundado por líquido amniótico, del saco que rodeaba a los bebés. Esto provocó una reacción alérgica, ya que el líquido contenía células de los fetos, en forma de uñas o cabello. Una vez que las células llegaron a sus pulmones, la mujer comenzó a experimentar problemas para respirar y tuvo que ser sometida a una cesárea de emergencia.
Afortunadamente, los médicos lograron salvar a las niñas, escribe Daily Mail. La sangre de Angela no se coagulaba después de dar a luz, lo que causó una hemorragia e hizo que entrara en estado de coma por 12 horas. Fue sometida a 22 transfusiones de sangre esa noche y fue mantenida con vida artificialmente.
“Hay momentos cuando me quedo sola y me pregunto ‘¿Qué habría pasado?’ Pero intento no insistir en eso y estoy muy agradecida de que los médicos y las matronas se dieron cuenta a tiempo de lo que estaba sucediendo. “El hecho de que sé que estaba a punto de morir cambió mi perspectiva sobre la vida, estoy más relajada y estoy disfrutando de ser mamá más que nunca porque sé que estuve tan cerca de perder todo”, recuerda Angela.
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