Estephany Estévez tiene 18 años y es madre de una niña de 10 meses. Ha sido noticia después que publicara en Facebook fotos de ella y su bebé con una botella de cerveza. Vive en un barrio de Cienfuegos, una de las zonas más empobrecidas de Santiago, y a juzgar por su ortografía en la red social, tampoco ha contado con una formación académica eficiente.
Las fotos fueron la prueba que la llevó a la cárcel durante tres meses como medida de coerción. ¿Era lo que necesitaba la joven? ¿Estaba preparada para ser madre? Saltan las dudas. Para el presidente de la comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, Demóstenes Martínez, el Estado debe cuestionarse qué ha hecho “por jóvenes como Estephany, que salen embarazadas siendo menores, cuando el sistema debe orientarla y garantizarle educación y los servicios básicos que todo ciudadano amerita”.
A juzgar por lo que se sabe de Estévez, ella cumple con las dos principales características por las que la educación sexual es imprescindible para evitar embarazos a temprana edad: la necesidad y la ignorancia.
El embarazo en las adolescentes “fomenta la reproducción intergeneracional de la pobreza, compromete la autonomía de las mujeres para emprender sus proyectos de vida y evidencia la necesidad de que la educación sexual y los servicios de salud reproductiva sean una prioridad para las políticas públicas”, señala un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicado en junio.
Fernando de la Rosa, encargado de educación de Profamilia, es claro cuando busca a los culpables de un sistema educativo ineficiente en esta temática: “No hemos tenido políticas públicas comprensivas sobre la importancia de desarrollar programas de educación que integren la sexualidad en las escuelas. No hemos considerado la sexualidad como un tema que debe ser enseñado”.
Pero la ausencia de estas políticas tiene, según él, su trasfondo: “la no existencia de políticas públicas es una política pública que ha sido manejada por los sectores conservadores que entienden que el desarrollo de estos programas provocarían, eventualmente, la pérdida del control sobre la vida sexual de las personas”.
En República Dominicana una de cada cinco jóvenes de 15 y 19 años ha estado embarazada y de América Latina somos el segundo Estado con mayor proporción de maternidad en estas edades, con 19.7%, según la CEPAL. La cifra deja en evidencia la disfunción con la que desde la década de los 60 se viene implementando la educación sexual, que no solo puede disminuir la cantidad de niñas criando niños.
El embarazo y la maternidad adolescente están asociados directamente a la pobreza y la baja educación. Según la Encuesta Demográfica de Salud (ENDESA-2013), el riesgo de quedar embarazada en una adolescente es seis veces superior cuando ha recibido educación primaria, en comparación con las que llegan a la universidad y cuatro veces superior cuando se relacionan las mujeres del quintil más pobre con las del quintil más rico.
“En esta gran problemática encontramos siempre información errónea, distorsionada o inapropiada”, dice De la Rosa. Todo apunta a que desde las escuelas, los profesores tampoco han contado con herramientas adecuadas para hablar de sexo en un aula donde algunos de los muchachos ya viven su experiencia, porque los mismos maestros han sido víctimas de esta falta de información.
En su mayoría, los profesores provienen de zonas marginadas y “es el deseo de superarse” lo que los lleva a decidir estudiar el magisterio y combinar su formación con un trabajo de medio tiempo, comentaba una vez el presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Eduardo Hidalgo.
¿Para qué sirve la educación sexual?
En una época donde un video porno está al alcance de un click, desarrollar en el adolescente la capacidad de tomar una decisión asertiva y manejar la presión de grupo es vital y la educación sexual puede ayudarlo en ello. “Cuando trabajas la parte afectiva, emocional y cognitiva, cuando le permites desarrollar habilidades y competencias lo estás preparando para aprender a manejar la violencia, el abuso sexual, el ciberacoso y una serie de situaciones a la que está expuesto el joven”, apunta Pérez.
Las enfermedades de transmisión sexual, el acoso, la violencia sexual, la discriminación de género y el desarrollo de relaciones abusivas entre adultos y jóvenes son problemas sociales relacionados con la sexualidad.
“La educación sexual tienen un papel preponderante en ayudar a que los estudiantes, desde los primeros años, desarrollen competencias y habilidades que les permitan enfrentar desafíos que encontrarán todos los días y prevenir una serie de riesgos vinculados a la sexualidad”, explica Minerva Pérez, directora de Orientación y Psicología del Ministerio de Educación.
Aunque las consecuencias de la falta de orientación sexual se perciben más en las secciones sociales más carenciadas, no es particular de este sector. “Todo sistema fundado en la ignorancia y desconocimiento termina afectando a la población en términos generales y de manera homogénea. Sin embargo, cuando existen niveles de protección económica y estructuras sociales más fuertes que puedan ir en auxilio de determinado segmento de la población afectada, el impacto termina siendo menor”, explica De la Rosa.
Minerva Pérez asegura que el país ahora se encuentra en buen camino en materia de la sexualidad. Las políticas sociales que desde el Estado se vienen impulsando, a través del “Pacto Nacional por la Educación de Calidad” firmado a inicios de año, le ha dado un matiz distinto al tema. “Ahora tenemos las condiciones en términos de voluntad política… hay un compromiso nacional, además se trata de una petición de la misma sociedad”.
República Dominicana está mal posicionada
Casi el 30 % de las jóvenes en América Latina ha sido madre antes de cumplir los 20 años, lo que deja en evidencia que la situación no es particular de República Dominicana. Sin embargo, en esta materia el país gana lugar como uno de los peores posicionados: “Los países con mayores proporciones de maternidad en mujeres de 15 a 19 años son Nicaragua (19,9 %), República Dominicana (19,7 %) y Ecuador (17,0 %). Latinoamérica está muy por encima de los niveles registrados en Europa Occidental, donde la maternidad adolescente es del orden de 2 %”, según la CEPAL.
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