Santo Domingo
Dice un viejo adagio “al que madruga, Dios lo ayuda”. Pero muchas personas se exponen, diariamente, a un sin número de peligros inminentes al tener que salir de sus hogares a tempranas horas de la mañana para trasladarse a sus puestos trabajo, y aún más en la llegada del invierno donde las mañanas se tornan más oscuras.
El señor Juan Soriano Manzueta, quien labora en una empresa privada, cuenta que en varias ocasiones ha sido víctima de varios atracos a mano armada en momentos en que se traslada de su vivienda ubicada en la Zurza, Distrito Nacional, hacia su lugar de trabajo.
“Salgo de mi casa a las seis de la mañana. Vivo en la Zurza, pero se me hace bastante incomodo porque es peligroso por ahí. He sido atracado varias veces por los delincuentes. Een una ocasión, a las cinco de la mañana, cuando yo habría la puerta de mi casa, entraron dos ladrones y hasta dos disparos hicieron. Gracias a Dios no me hicieron nada, pero se llevaron el televisor”, relata Soriano Manzueta, quien agradece a Dios de que, a pesar de todas las veces que lo han atracado, ha salido ileso.
Este hombre, de cuarenta años, casado y con una forma de hablar correcta y pausada, narra otra mala experiencia que le tocó vivir. “Otro día que venía para el trabajo me atracaron y me llevaron el anillo de bodas. Y en marzo pasado, salí de mi casa para el trabajo, como a las seis de la mañana, vinieron unos desconocidos con pistola en manos me revisaron y me robaron mi cartera con todos los documentos, incluso, en ese momento, yo me transportaba en una bicicleta y también se la llevaron”.
Después de esas malas experiencias, asegura que “no anda con nada encima”. Dice que desde ese momento no usa cartera, ni prendas, ni celulares, sale a la calle sólo con la flota del trabajo y trata de no sacarla delante de la gente.
Soriano Manzueta, que trabaja como ayudante de limpieza, tiene cuatro hijos y no terminó el nivel primario, tuvo que poner en práctica otras estrategias como cambiar la ruta que toma para trasladarse a la empresa donde labora.
“Siento temor de andar en la calle y, por las malas experiencias que he vivido, ando con precaución”.
OTRAS HISTORIAS
Son muchas las historias que se podrían contar de personas humildes que arriesgan sus vidas todos los días tratando de sobrevivir trabajando dignamente.
Mayra de la Rosa, tiene tres hijos y trabaja en una Zona Franca. Ha tenido suerte. Nunca ha sido víctima de un atraco aunque no ha sido por falta de iniciativa de los delincuentes. Conocidos y desconocidos lo han intentado en varias ocasiones.
“Yo salgo a las seis de la mañana y el transporte del trabajo me pasa a buscar, pero tengo que caminar varias esquinas hasta donde me recoge la guagua. Un día yo iba para mi trabajo y me iban atracar, pero yo conocía al tipo. Cuando vi que él intentó acercarse a mí, lo saludé y ahí me reconoció y me dijo “aquí tranquilo”. Luego una persona me dijo que tuviera cuidado porque ese joven era un atracador”, dijo De la Rosa, quien también siente miedo al tener que salir de su hogar a tempranas horas de la mañana. “Es un miedo fuerte pero cuando uno tiene el compromiso de trabajar hay que hacerlo”.
Un reto diario enfrenta también el periodista Melbin Gómez, que vive en Haina y tiene que estar a las siete de la mañana en su trabajo en el Distrito Nacional, lo que significa salir muy temprano de su casa.
“Realmente a mi no me han atracado pero a algunos de mis compañeros y vecinos sí. Hace dos semanas a un vecino que trabaja en la Cervecería, dos desconocidos lo agarraron con una escopeta y machetes y lo atracaron, incluso, tuvieron el descaro de disculparse diciendo que ellos hacían eso no porque les gustaba robar, sino que la situación económica los impulsa a hacerlo. Le quitaron prendas, el celular y dinero en efectivo porque en esos días le habían pagado en la compañía, le quitaron en total como 30 mil pesos”, señaló Gómez.
El joven periodista asegura que aplica varias técnicas como medidas de precaución, como, por ejemplo, no acostumbra a caminar todos los días por la misma ruta para trasladarse a su trabajo.
Dice que en el tema del horario tiene la costumbre de que un día sale cinco minutos antes y otro cinco minutos después, para no salir a la misma hora todos los días.
Gómez coincide con los demás entrevistados en que no usa prendas. “Si llevo un reloj lo llevo en los bolsillos y luego me lo pongo. También cuando veo motores o personas sospechosas, de una vez estoy alerta”.
También dice que las personas que no tienen vehículos son más vulnerables a ser atacadas por los delincuentes.
“Siempre lo que se plantea es una reforma de los miembros de la Policía, pero, más que eso, la delincuencia se debe de ver como un problema de prevención. Por ejemplo, yo salgo temprano de Haina, tiene que haber, en lugares específicos, por lo menos dos agentes policiales chequeando antes de que ocurra el hecho y, si ocurre, entonces el deber de ellos es perseguirlos y someterlos a la justicia”, expresa Gómez.
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