“Este es un país independiente, libre y soberano”. Con esas palabras, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, anunció en forma oficial el fin de la misión en Irak tras nueve años de una invasión que expulsó del poder a Saddam Hussein . Luego del discurso, se arrió la bandera norteamericana en la base militar Echo, cerca del aeropuerto de Bagdad.
Esta vez los ánimos eran muy distintos de aquel del 1° de mayo de 2003, cuando el entonces presidente George W. Bush declaró el “fin” de las hostilidades tras la invasión y caída de Saddam. Ayer muchos soldados festejaban por su vuelta a casa y se abrazaban con el resto de sus compañeros.
Panetta prometió que Washington “no abandonará Irak”, pues Estados Unidos seguirá siendo un “amigo y socio convencido” , en un acto en el que se notó la falta de participación de ministros iraquíes.
La guerra en Irak costó a los estadounidenses al menos 4.500 muertos y 30.000 heridos , una cifra superior a la de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En tanto, otras estimaciones hablan de cientos de miles de víctimas entre los iraquíes. Estados Unidos, que en el período de mayor presencia tenía en Irak 170.000 soldados , retirará el 31 de diciembre sus últimos 4.000 militares.
Si bien en Irak un sistema basado en elecciones libres sustituyó el régimen de Hussein, la intervención de Estados Unidos dejó muchos problemas sin resolver y resentimientos en algunas localidades como Falujah, ciudad símbolo de la resistencia a las tropas extranjeras. Ahí, miles de personas expresaron ayer su alegría con la quema de banderas de EE.UU. y con la exhibición de fotos de cadáveres de soldados estadounidenses.
La presencia de EE.UU. no logró impedir una guerra confesional entre sunnitas y shiítas que tuvo su peor momento entre 2006 y 2007. También en Irak quedan divisiones profundas, mientras la población está atrapada en la precariedad que implica la falta de electricidad y agua en la mayoría de las casas.
Aunque el número de víctimas de violencia política y atentados disminuyó respecto a cuatro o cinco años atrás, en las calles sigue muriendo gente. Sólo en el mes de noviembre, según datos gubernamentales, fueron 187 los asesinados entre los civiles , la policía y las fuerzas armadas, y 55 entre rebeldes.
Hasta el momento, las fuerzas armadas locales parecen aún escasamente preparadas para defender las fronteras y el espacio aéreo del país, mientras la influencia del vecino Irán, amigo del nuevo gobierno, parece crecer día a día.
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