Posada hacia esto en el dugout o en el montículo, y generalmente el Duque respondía de la manera en que buscaba el receptor, -- una vez Hernández persiguió a Posada por el salón de entrenamiento con un instrumento cortante. (Que conste, nadie resulto herido).
Posada era la persona perfecta para este trabajo por su obstinación, un rasgo que lo alimento a través de su notable ascenso. Posada transito desde una selección como segunda base en la ronda 24 hasta convertirse en un receptor que jugo en 125 juegos de postemporada y tuvo un rol integral en 4 títulos de campeonato. Posada facilito a los Yankees las armas mas preciadas de su posición, ser un bateador ambidiestro que tenia paciencia y poder jugando a ambos lados del plato.
Después de la Serie Mundial del 2000, los Yankees fueron homenajeados en la alcaldía de Nueva York y en el medio de la celebración, el entonces entrenador del equipo, Joe Torre, micrófono en mano, le pidió a Posada que repitiera el mantra del equipo y elevando el puño, el receptor gritó: "Los molimos".
Nada fue fácil para el. Posada lucho por aprender una posición que no dominaba por naturaleza, y por ganarse la confianza de los lanzadores e incluso la del propio entrenador Torre. Después de tener una buena temporada en 1998, arrancó lento en 1999, sentía que Don Zimmer no creía en él, Zimmer había sustituido a Torre durante su tratamiento de cáncer en próstata. Posada lucho contra esas dudas. Luchó contra declives de la ofensiva y la defensiva, elevando las expectativas.
Sus compañeros llegaron a verlo como un bateador de mayor concentración en momentos tensos, como en aquel juego 7 de la serie de campeonato de la Liga Americana en el 2003, cuando con un hit en el octavo termino con Pedro Martínez. Conectó 103 hits en postemporadas, .358 promedio de embases, bateó 11 jonrones, impulsó 1,065 carreras y registró 121 OPS + de carrera, por debajo de Bill Dickey (127) y Yogi Berra (125), pero superior a Thurman Munson (116) y Elston Howard (108). Los números en las camisetas de esos receptores fueron retirados por los Yankees, lo mismo debía hacer algún día el equipo con el número 20 de Posada.
Posada figura entre los deportistas más honestos que he cubierto. Si no estaba contento con una decisión, no era de los que disimulaba su descontento con una sonrisa ante las cámaras; por lo general te decía lo que sentía. El 4 de Julio de 1999, un día brutalmente caluroso, el receptor estaba furioso con el trabajo de arbitraje de Greg Kosc, el juez detrás del plato, en la primera parte del juego, antes de que el juez abandonara el partido más avanzada la jornada. En un momento del juego, Posada se había volteado a protestarle a Kosc sus decisiones. Al terminar, esperé por el receptor para preguntarle sobre los intercambios.
Esto es lo que escribí sobre aquel día:
- Posada dijo que después de poncharse en el sexto le dijo a Kosc que estaba siendo inconsistente con la zona de strikes. ''No había cantado strike en todo el día y de repente expande la zona porque tiene calor", dijo Posada.
- ''Resumiendo, los muchachos no están en forma'', continuó Posada en referencia a los árbitros. ''Había calor. Yo puedo entender eso. Pero tienes que ser capaz de ir a través del juego. No están preparados, no están en buena forma; es una vergüenza. Se siente acalorado y expande la zona de strike. Uno no va con lo otro.''
Lo dicho por Posada reflejaba el sentimiento de muchos jugadores sobre los árbitros en esa época. Pero al final del día se determinó que Kosc había sufrido un golpe de calor y fue hospitalizado. Al día siguiente, después que David Cone y Joe Girardi leyeron la historia con la crítica contundente a los árbitros, se horrorizaron imaginando una revuelta de árbitros contra los Yankees, le pidieron a Posada que fuera al cuarto de los árbitros a disculparse con Kosc por lo que había dicho.
Todos los periodistas han estado en este tipo de situación un jugador dice algo inflamatorio y sus palabras tienen consecuencias inesperadas. Y muchas veces, en medio del fuego, el jugador (o el ejecutivo) culpan al reportero, negando las palabras impresas o sugiriendo que las citas fueron sacadas de contexto.
Posada nunca hizo eso en este caso, a pesar de la reacción. Nunca se quejó conmigo ni desaprobó sus palabras ante sus compañeros de equipo u otros periodistas. En los 15 años que lo he conocido, no recuerdo haberle visto nunca hacer eso.Posada tuvo un mal momento en la pasada temporada, una frustrante campaña para el veterano jugador estrella, cuando básicamente se negó a jugar porque se sentía irrespetado por Girardi, el manager de los Yankees. (¿Mencioné que Posada era terco?) Al siguiente día, Posada caminó entre un mar de periodistas, dijo que había cometido un error y se disculpó. Si todos fuesemos juzgados por nuestros peores días no habían santos en este mundo.
No es de extrañar que Posada se retira en lugar de mantenerse una o dos temporadas como bateador designado, ya que se preocupa profundamente por ser un Yankee. Adora la historia, valora su relación de posición con Berra y Munson y quería estar allí para los momentos históricos como receptor del juego perfecto de David Wells, el lanzamiento final en la Serie Mundial de Mariano Rivera, o el lanzamiento final de un Yankee en el antiguo Yankee Stadium. También adoraba recibir los primeros lanzamientos de ceremonia de figuras de la talla de Berra, Phil Rizzuto y Whitey Ford.
Y algún día, muy pronto, en el futuro, se le pedirá lanzar la primera bola en lugar de atraparla.
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