NUEVA YORK._ Siempre se ha dicho que limpiar zapatos en parques, calles, plazas y otros lugares públicos, es un oficio de pobres, pero para el limpiabotas dominicano Anselmo Polanco, quien comenzó a lustrar calzados en su nativo barrio Pueblo Nuevo de Santiago a los seis años de edad, "hasta el sol de hoy", es un trabajo como otro cualquiera que dignifica a quien lo ejerce y como inmigrante criollo, siente con ello enaltece la bandera dominicana en ultramar. Polanco, quien llegó a Nueva York hace 35 años con su caja de limpiabotas a cuestas, nunca ha dejado el oficio y sostiene que no sabe nada del desarrollo tecnológico actual, el internet, la era digital, la sociedad de la información y otros conceptos proclamados por el modernismo.
"Sólo sé que me gano la vida limpiando zapatos desde que tenía seis años de edad. No conozco nada de esas cosas", explica el limpiabotas estacionado durante todo el año, excepto el invierno frente al restaurante Floridita situado en el 4162 de la avenida Broadway, próximo a la calle 177 en el Alto Manhattan.
"Tengo 59 años de edad y no recuerdo cuando llegué aquí, pero llevo 35 años limpiando zapatos", añade. Sostiene que "pasaba por allá, pero como me dejaba nada, regresé aquí otra vez".
Preguntado cómo cree que lo percibe la gente, con su caja de limpiabotas antigua, en pleno Siglo XXI y en una ciudad que como Nueva York es puntera en el desarrollo tecnológico y digital del mundo.
Su respuesta es tan sencilla como ingenua.
"Bueno... me están viendo bien".
Y eso, de teléfonos inteligentes, iPods, Androides, tablas digitales, internet móvil y muchos menos la computadora no son precisamente gajes de su oficio, ni "hierros" que Anselmo conozca. Nunca los ha usado y le importa muy poco.
No los necesita para atraer clientes cada día a su puesto de trabajo al que acuden reconocidas figuras del Alto Manhattan, incluso, algunos artistas, deportistas, periodistas, presentadores de televisión y todo el que busca calidad en el servicio.
Su "tecnología" consiste en una brocha, pasta, cepillo, paños y líquido, además de la caja y una modesta silla que son las bases para que sus clientes se acomoden y conversen con él sobre temas de toda especie, porque su inteligencia natural le permite interactuar con cualquiera.
Eso sí, la radio y la televisión le son de gran ayuda para mantenerse actualizado de lo que pasa aquí y allá.
Pero, tiene una queja contra el modernismo.
Dice que el único líquido marrón que se consigue en Nueva York para limpiar los calzados de ese color, "no sirve", porque es muy espeso, "más bien parece un chocolate". Hizo una exhibición echando un poco del líquido en el suelo.
-¿Cuál es la diferencia entre una caja de limpiabotas moderna y la suya?
-No sé, porque nunca la he cambiado, no conozco ninguna moderna ni me interesa aparticos eléctricos. No conozco nada de eso, pero soy el número uno, el mejor. Fíjate que hasta policías vienen a limpiar conmigo.
Ayer jueves, llegó a las 7:00 de la mañana a su puesto y en el momento de armar este reportaje el reloj marcaba las 5:00 de la tarde. Polanco sólo se había reunido $40.00 dólares en todo el día.
Pero su espíritu combativo y de lucha, como el de todo inmigrante no decae por la suma. Semanalmente, en promedio se busca unos $300 dólares, los que dice le son suficientes para desenvolverse en una de las ciudades más caras del mundo.
Vive solo en un cuarto rentado dentro de un apartamento, es soltero y no tiene hijos.
"A la semana hago $300 dólares y hay clientes que me traen hasta 6 y 7 pares y algunos me dan propinas a veces que me ponen contento", relata.
En Nueva York es un trabajo de primavera, verano y otoño y cuando llega el invierno... ¿qué pasa?
-Me voy pallá, pa Santo Domingo.
No se lleva la caja que usa en Nueva York, porque en Pueblo Nuevo tiene otra bien guardada.
-¿Qué dice la gente cuando usted va a Santiago desde Nueva York a limpiar zapatos, debido a que mucha gente se exhibe, asume petulancia, echa vainas, es aguajera y hasta rentan yipetas sin poder para aparentar lo que no son?
-Nada de eso me importa, porque soy humilde, soy como soy y allá todos me conocen como limpiabotas desde niño.
Sostiene que se siente muy bien, porque todo lo que es trabajo dignifica al hombre, aunque sea limpiando zapatos en Nueva York, "lo malo sería meterse a delincuente o a narcotraficante y no trabajar".
Pidió a los dominicanos que acudan todos los días a limpiar sus zapatos con él.
-¿Cuál es su técnica para atraer sus clientes?
-Ellos mismos me buscan, porque trabajo con rapidez y calidad.
Terminó diciendo que nunca ha visto una de esas cajas y bancos o sillas modernas de las que se usan en la parta Baja de Manhattan para limpiarle los zapatos a la gente.
Tony Abreu estaba limpiando sus zapatos con Anselmo y dijo a este reportero que a menos que no esté fuera de Nueva York, nunca deja de ir donde el tradicional limpiabotas de la avenida Broadway.
"El es un hombre laborioso, serio y que hace su oficio profesionalmente", dijo Abreu haciendo un llamado a los que gustan de lustrar sus zapatos siguiendo la tradición que vayan donde Anselmo.
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