Un ataque de vómitos le hizo perder el conocimiento y, horas después, se certificó su fallecimiento cuando se disponía a recoger el premio del concurso: una serpiente pitón.
A la competición y banquete de cucarachas se presentaron una treintena de concursantes, y a ningún otro le pasó nada, ni se sintió indispuesto, por lo que la muerte pudo deberse a una reacción alérgica u otra circunstancia, ha señalado Siegel, propietario del establecimiento. "Estamos muy apenados en la tienda por la muerte de Eddie. Era muy sociable y divertido y se ganó a la gente" que asistía al concurso en el que se regalaba una pitón al que más cucarachas vivas e insectos ingiriese en cuatro minutos sin vomitar.
"Todos los participantes en la competición eran conscientes de lo que estaban haciendo y habían firmado un documento aceptando la responsabilidad" derivada de su participación en esta única y poco ortodoxa competición, indicó en un comunicado Luke Lirot, abogado de Siegel.
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