Las elecciones en Estados Unidos dejaron mucho más que la elección de Barack Obama como el mandatario que tendrá el puesto más importante de ese país durante los próximos cuatro años.
Además de haberlo reelegido, en algunos se estados se decidió por la aprobación o no del matrimonio entre parejas del mismo sexo y por la legalización de la marihuana.
Sin embargo, el inconformismo en algunos sectores por la forma como se dieron los resultados no se está haciendo esperar. Ciudadanos de 18 estados recolectan firmas para solicitar separarse de Estados Unidos.
El que más en serio va con la propuesta es Texas,
en donde ya se han recogido más de 25 mil firmas, las cuales son suficientes para que la administración Obama inicie el proceso de revisión de la solicitud.
Los demás Estados son Luisiana, Arkansas, Carolina del Sur, Tennessee, Missouri, Kentucky, Montana, Dakota del Norte, Mississippi, Indiana, Carolina del Norte, Georgia, Nueva York, Oregón, Colorado, Florida y Michigan. (Los últimos cinco Estados votaron demócrata).
Aunque las peticiones cuentan con el apoyo del Tea Party, los demócratas les restan importancia y señalan que es un movimiento pasajero al que no se le debe dar mayor trascendencia.
Por ejemplo, en el caso de Luisiana la petición señala: “retirarse pacíficamente de los Estados Unidos de América y crear su propio nuevo gobierno”. Mientras que en el caso
de Texas se argumenta que “los EE.UU. siguen sufriendo dificultades económicas derivadas de la negligencia del gobierno federal para reformar el gasto nacional y extranjera “.
“Teniendo en cuenta que el estado de Texas mantiene un presupuesto equilibrado y es la economía número 15 en el mundo, es prácticamente factible para Texas a retirarse de la Unión, y el hacerlo implicaba proteger sus ciudadanos de vivir y volver a fijar-sus derechos y libertades de acuerdo con las ideas originales y las creencias de nuestros padres fundadores, que ya no están siendo reflejados por el gobierno federal”, agrega la solicitud texana.
La Declaración de Independencia de Estados Unidos reza que “cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora” de sus principios, “el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios”.
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