NUEVA YORK._ John Candelario, un dominicano de 25 años de edad y empleado del Departamento de Contabilidad de Hard Rock Cafe, salvó de morir ahogado a un taxista cuyo vehículo se había ido casi al fondo de una inundación provocada el huracán Sandy el pasado lunes 29 de octubre. Candelaria avistó al carro hundiéndose en el profundo pozo desde la ventana de su apartamento en el proyecto de viviendas "Isaac Houses" en el lado Este de Manhattan, cuando notó que el carro estaba avanzando lento, hubo un momento en que la fuerza de los vientos del ciclón, levantaron el vehículo, haciéndolo girar a 180 grados para hundirlo en el agua.
El taxista se dirigía cerca de la ribera del Río del Este a la altura de la calle 96 y por la autopista FDR. "Vi que el carro como que desaparecía de repente", relató Candelario.
"En ese momento fue que mi mamá, que también veía por la ventana, se quiso alocar", agregó. Recordó que los vientos sacudían las fuertes y bien aseguradas ventanas del edificio como si hubiera pedazos de cartón blando.
La madre llamó al 911 para pedir ayuda, pero el sistema estaba atosigado con más de 10.000 pedidos de auxilio cada media hora. El dominicano se puso pantalones cortos y un jaquet y se dirigió al área en la que el taxi se hundía.
"Si hubiéramos esperado por rescatistas, el chofer hubiera muerto", narró Candelario. Mientras caminaba por las rampas del edificio, el agua ya subía por encima de las trincheras contra ciclones, sacos de arena, que habían sido colocados para proteger la estructura.
El agua también estaba por encima de sus rodillas y él mide 6´5 pies de estatura. "Comencé a temblar y sentía la temperatura como a 40 grados. Cuanto más caminaba, el agua subía más y los escombros y desperdicios flotaban a mi alrededor", añade.
Al acercarse al punto donde estaba el taxi, ya el agua le llegaba al pecho. "Pensé en mi hija Jade Allison, pero seguí el camino, seguro de que si me pasaba algo, mi familia se haría cargo de la niña."
Al llegar al taxi, el caudal ya le daba en la barbilla. Pensó que moriría. "Parecía como si estuviera rezando, como que sabía que se iría de este mundo, que había llegado su hora", agrega Candelario respecto a la situación del taxista.
El dominicano golpeó una de las ventanillas del taxi que ya estaba atascado. "Se puso tan duro como pudo y entonces, decidí pedir ayuda."
Le pidió al taxista empujar la puerta desde adentro a la cuenta de tres. De repente, los vientos hicieron una pausa por algunos segundos. Ese el momento que aprovechó, la puerta se abrió, tomó al taxista por encima de un hombro como si cargara una bolsa.
Su familia, que miraba por la ventana, estaba en shock por lo que veían. El chofer mide 5´1 pulgadas y lo llevó a un terreno más alto para evadir la furia huracanada.
Llegó la policía y los paramédicos y se llevaron al taxista que no tuvo tiempo de dar su nombre ni las gracias, pero Candelario logró tomarse una foto con su celular junto al rescatado.
El dominicano prefiere que no le llamen héroe a pesar de que la Asociación de Inquilinos trata de localizar al taxista para conseguir el crédito.
"Yo no soy un héroe. ¿Qué se supone que tenía que hacer, sentarme en mi casa y ver a un hombre morir ahogado, tomarle fotos y subirlas a facebook?", preguntó con humildad.
"Si hubiera hecho eso, nunca más hubiese sido yo", terminó diciendo.
Se metió al agua hasta el pecho y sacó al chofer para llevarlo a un lugar seguro. Candelario que es padre de una hija de 2 años de edad y estudia aeronáutica y tecnología en Queens, dijo que no se siente un héroe y que sólo hizo un esfuerzo para ayudar a un hombre que casi se estaba ahogando.
"Lo haría por cualquiera, no importando quien sea porque somos seres humanos", añadió. Campeando los vientos de 120 millas por hora, Candelario se dirigía a su apartamento situado en un edificio del referido proyecto donde vive con sus parientes, cuando se percató de que el taxista estaba en peligro.
Sin pensarlo dos veces, decidió meterse al agua y ayudar a salir al conductor.
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