Una ciudad del oeste de Japón cree haber encontrado la solución para reducir su deuda: está dispuesta a abandonar su nombre para adoptar el de un eventual generoso benefactor, lo que ha puesto a los habitantes en pie de guerra.
Izumisano, situada en la prefectura de Osaka, tiene una deuda de más de 100.000 millones de yenes (unos mil millones de euros), aseguró el jueves un responsable municipal.
Con 103.000 habitantes, conocida por su industria de fabricación de servilletas, busca un patrocinador
dispuesto a pagar al menos 1.000 millones de yenes para reducir una parte de la deuda.
Este benefactor, quien las autoridades locales prefieren que sea una empresa, tendrá que comprometerse a mantener estrechas relaciones con la ciudad durante al menos diez años.
Las autoridades creen que lo mejor sería que instalara su sede en la misma. Pero la oferta presentada en junio y que seguirá en pie hasta finales de noviembre, no le interesado a nadie por el momento, aunque ha suscitado las protestas de los habitantes.
“Alegan que el nombre de la ciudad tiene una historia y que no se puede vender ni comprar”, dice este responsable.
Gran parte de las autoridades
locales en Japón están muy endeudadas tras años de grandes proyectos de infraestructuras cuya utilidad en muchos casos es bastante dudosa.
Si a esto se suma el envejecimiento de la población, que hace que los pensionistas dependan de cada vez menos personas activas, con la consiguiente reducción de los ingresos fiscales, el problema parece tener difícil solución.
Izumisano se ha beneficiado de la construcción de un aeropuerto pero ha tenido que gastar grandes cantidades de dinero para financiar las infraestructuras ligadas al mismo, como las carreteras.
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