Uno de los presos decidió esconder un celular y el manos libres en su ano para que no fuera decomisado, con tan mala suerte que en el momento en el que entraron los guardias a su celda recibió una llamada y el timbre llamó la atención de los vigilantes.
El recluso no tuvo otra opción que informar acerca de su plan y de inmediato fue trasladado a un centro médico para que el aparato le fuera retirado.
Después de dos días en el hospital, el hombre de 58 años regresó al centro carcelario donde tendrá que pagar 10 años más por su nuevo delito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario