El promedio industrial Dow Jones no había caído tanto y tan rápido desde la crisis financiera en 2008, pero los temores que han perturbado a los mercados financieros desde la pasada semana están creando oportunidades para los inversionistas profesionales en Wall Street.
Algunos compran acciones estadounidenses a precios que consideran un robo. Algunos están buscando bonos municipales que puedan soportar la inestabilidad actual y que probablemente dejen atractivos rendimientos.
Otros están reforzando su portafolio de inversiones con las empresas de primer nivel, relativamente seguras, que pagan dividendos que tonifican un mercado potencialmente a la baja.
Y otros están acaparando efectivo, con la esperanza de que todo se abarate más.
Casi todos están de acuerdo en que lo que está detrás de lo que parece ser una caída diaria de 400 puntos en el Dow es una inquietud cada vez mayor de que la economía global no se va a recuperar pronto.
Quizá muchos esperaban la decisión del viernes de la agencia calificadora Standard & Poor’s al degradar la calificación de deuda de Estados Unidos, que por primera vez en su historia dejó de tener la máxima de AAA.
Sin embargo, dicho movimiento acrecentó la ansiedad de los mercados. El lunes, el Dow Jones cayó 635 puntos, un 5,6%, la sexta mayor pérdida de puntos de la que se tiene registro.
Bill Miller, un legendario inversionista en Legg Mason Capital Management, calificó la acción de S&P como “incorrecta y peligrosa” en una nota para sus clientes.
Dijo que pareciera que S&P demostró una “asombrosa ignorancia y una total indiferencia a las posibles consecuencias de sus actos en un frágil sistema financiero global”. El pánico está de nuevo en el ambiente en Wall Street. Eso implica pensar en qué comprar y cuándo comprar.
“Lo que está golpeando a los mercados es un temor mayor”, consideró Kathleen Gaffney, coadministradora del Fondo de Bonos Loomis Sayles que maneja 20.000 millones de dólares. Dijo que los inversionistas temen que las economías de Europa y de Estados Unidos no crezcan lo suficientemente rápido para sacar adelante la carga de las altas deudas.
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