"¡Nunca me he sentido tan feliz!", exclamó Lim Young-Sun, un ex teniente del Ejército norcoreano que desertó en 1993. "Mis amigos y yo estábamos tan eufóricos que comimos y bebimos toda la noche", contó a la AFP.
Sus rostros radiantes contrastaban con las escenas de dramática tristeza colectiva difundidas desde el Norte por la televisión estatal después de la muerte del dictador, que dirigía el país con mano férrea desde 1994.
"¿Cómo no alegrarse cuando el verdugo del siglo se murió? Lo más divertido es que Kim, que quería matarme, se murió antes que yo", ironizó Park Sang-Hak, que preside la organización de Los Combatientes por una Corea del Norte libre".
Con otros disidentes refugiados en el Sur, prevé lanzar el miércoles hacia el Norte 200.000 panfletos en globos inflados con helio.
Un verdadero placer después de haber escapado recientemente a una tentativa de asesinato en Seúl. Un ex miembro de las fuerzas especiales norcoreanas, que le había dado cita haciéndose pasar por un tránsfuga, fue detenido recientemente en posesión de una aguja envenenada y de otras armas.
Cientos de personas huyen cada año del hambre y la represión que afectan a Corea del Norte. Oficialmente, más de 21.700 norcoreanos han huido hacia el Sur desde el final de la guerra de Corea (1950-1953), la mitad de ellos en los últimos cinco años.
Otros cientos o miles viven en China, a merced de traficantes de seres humanos y de las autoridades chinas, que los consideran como inmigrantes económicos y los devuelven al Norte.
Kim Seung-Chul, un ex arquitecto que dirige una radio que emite hacia su país natal, sostiene que "según personas informadas, la gente no está tan triste como muestra la televisión y que todo está orquestado".
"Hay una posibilidad de cambio rápido en Corea del Norte", agregó.
El Comité por la Democratización de Corea del Norte publicó un comunicado saludando la muerte del dirigente comunista, pero también lamentó que Kim Jong-Il no haya sufrido el destino de dictadores como el libio Muamar Gadafi, muerto a manos de los rebeldes en circunstancias aún poco claras.
"Pagará en el infierno por todos los sufrimientos inhumanos que ha infligido al pueblo", comenta el comunicado. "El 17 de diciembre debería ser el día en que la democratización se puso en marcha en el Norte y en que los norcoreanos han recuperado sus derechos".
Algunos disidentes esperan que el inexperimentado Kim Jong-Un, el hijo pequeño de Kim Jong-Il designado para su sucesión, no aguantará a pesar del apoyo de la nomenclatura, de las fuerzas armadas y de la poderosa propaganda del régimen.
Jung Gyoung-Il, presidente de la Red Democrática Contra el Gulag Norcoreano, apuesta también por un fracaso de la segunda sucesión hereditaria desde Kim Il-Sung, fundador del régimen y abuelo de Kim Jong-Un, fallecido en 1994.
"Va a tomar el poder pero no durará. Como máximo tres años", vaticinó por su parte Kim Seung-Chul, el ex arquitecto.
Park Sang-Hak también opina que "la sucesión es inestable" o por lo menos así lo espera.
"Kim Jong-Il ha desaparecido pronto. Pensaba que viviría aún tres o cuatro años, pero ahora que ya no está, las posibilidades son menores para Jong-Un".
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