Vistiendo un gorro de lana y envuelta en una manta, ambos de color de rosa, Melinda Star Guido fue recibida por una multitud de cámaras de televisión y fotógrafos de prensa afuera del Centro Médico USC del condado de Los Angeles.
``Estoy feliz de que ella está bien'', dijo su madre de 22 años Haydee Ibarra. ``Estoy feliz de que finalmente voy a llevarla a su hogar ... Sencillamente agradecida''.
Cuando Melinda nació, el 30 de agosto, pesaba apenas 269 gramos (9,5 onzas), menos que una gaseosa en lata. Era tan pequeña que cabía en la mano de su médico. La niña se convirtió en la tercera criatura humana más pequeña del mundo y en la segunda más diminuta en Estados Unidos. La bebé pesa ahora 2,04 kilogramos (4,5 libras) y respira a través de un tubo de oxígeno como medida de precaución.
Los médicos dijeron que logró suficiente progreso como para ir a casa. Los análisis cerebrales que se le practicaron resultaron normales y sus ojos se estaban desarrollando bien. También pasó un examen de audición y una prueba de asiento de coche que se requiere para los bebés prematuros antes del alta. Es demasiado pronto para saber cómo le irá en su desarrollo físico y mental, aunque los médicos tienen planeado vigilarla los próximos seis años.
``Soy cautelosamente optimista de que la bebé estará bien, pero de nuevo, no hay ninguna garantía'', dijo el doctor Rangasamy Ramanathan, quien supervisa los bebés prematuros en el hospital. La mayoría de los bebés así de pequeños no sobreviven ni siquiera con atención médica avanzada. Unos 7.500 bebés nacen cada año en Estados Unidos que pesan menos de 0,45 kilogramos (1 libra), y cerca del 10% sobrevive. Melinda ha recorrido un largo camino desde que nació prematuramente en agosto, con 24 semanas de anticipación.
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