Un denominador común entre los artesanos de caretas y quienes confeccionan trajes, es que este oficio lo tienen como una filosofía de vida, ya que la mayoría heredan esta tradición de sus parientes, y se entregan con gran pasión a los quehaceres carnavalescos, como es el caso del artesano de caretas Ányelo Cabrera, quien representa la quinta generación de su familia en este arte.
Ányelo comenta que en su caso empezó a trabajar en agosto pasado, ya que es un trabajo que requiere, por exigencia de los grupos, varios meses para su elaboración.
“Este año decidí trabajarle a pocos grupos, tengo alrededor de 16 grupos de lechones, y el que menos integrantes tiene es de nueve. Hay uno que tiene 21 miembros y el más grande es de 42 lechones”, informó Cabrera, quien dijo que sus representantes le llevan el diseño que quieren o él les presenta algunas propuestas y se ponen de acuerdo. El artesano, que lleva más de 30 años en el oficio, explicó que el primer paso para elaborar una careta es hacer el molde en barro o arcilla, para hacer lo que llaman el cajón de la careta. Éste se logra empapelando el molde previamente seco, utilizando papel periódico, fundas de cemento o papel maché. Después que tenga cinco o seis capas de papel lo sacan del molde.
Según relata Cabrera, a esto le sigue el proceso de secado, que toma por lo menos dos días, dependiendo de las condiciones climatológicas. “Luego sacamos el cajón con el que se hace la careta y comenzamos el proceso de colocar los chifles, previamente elaborados, y una vez colocados éstos, procedemos a poner las puntas pequeñas que se pueden ver en las caretas joyeras tradicionales, llamadas venaditos. Estas también se hacen con papel y almidón, pero no requieren molde”, explica el artesano que tiene el taller en el patio de su casa en Pueblo Nuevo, de Santiago.
Una vez colocados los venaditos viene el proceso de pintura. Para esto, Cabrera usa diferentes técnicas de pintura y materiales. La base se le da con pintura acrílica, y las técnicas con acuarela u óleo. El tiempo de pintado ronda una semana, por conjunto. Una vez pintada, la careta queda lista para ir a la calle.
Los precios de la careta dependen de la cantidad y del diseño que lleven. Cada careta le sale al integrante de un grupo en tres mil o tres mil quinientos pesos, si son de diez en adelante, “pero si es una sola, peleo el precio”, explica Ányelo, quien dijo que la más barata que hace son las de niños, que cuestan 1,300 pesos, mientras que la más cara que ha vendido fue una por setecientos dólares a una diseñadora de Houston.
Confección de disfraces
La confección de los disfraces a usar no lleva menos tiempo. Las personas que trabajan en esto comienzan a cortar y coser telas prácticamente desde que concluye el carnaval, y otros lo hacen todo el año, ya que no solo les confeccionan a los lechones, sino que venden a turistas y a dominicanos residentes en el extranjero que regularmente adquieren disfraces para llevárselos a los países donde viven.
Este es el caso de Ramona Tejada, alias Guiga, quien lleva más de 30 años elaborando trajes de lechones. Junto a ella trabajan una hermana, un nieto y una sobrina, mientras su esposo vende el producto en el mercado.
El costo depende, aclara, porque se venden nuevos y de medio uso para personas de escasos recursos y que no pueden adquirir uno nuevo. Uno nuevo puede costar desde mil pesos hasta seis mil, dependiendo de los materiales utilizados. “Yo paso el año trabajando, cuando termino ahora empiezo a trabajar los disfraces que vendo a mitad de año, porque no sé en qué momento vienen a comprar, y como yo no hago otra cosa, me dedico a preparar los disfraces”, dijo.
Una fiesta vista más allá de febrero
El primer paso para hacer un disfraz es cortar el cajón, que no es más que el traje del lechón sin adornos, y luego se cose. Este se elabora en tela como satín u otra más cara, como el chamus, dependiendo de lo que desee el cliente. Una vez hecho el cajón, proceden a trabajar con los adornos.
Estos se marcan, se cortan y se pegan los ornamentos con cemento, tales como lentejuelas, botones, cascabeles y espejos.
El tiempo para elaborar los disfraces de un grupo depende de los adornos que lleven, citando por ejemplo que uno puede estar listo en dos días, pero que regularmente no hacen uno solo, sino varios, por lo que tienen que trabajar con mucho tiempo de antelación
Estos se marcan, se cortan y se pegan los ornamentos con cemento, tales como lentejuelas, botones, cascabeles y espejos.
El tiempo para elaborar los disfraces de un grupo depende de los adornos que lleven, citando por ejemplo que uno puede estar listo en dos días, pero que regularmente no hacen uno solo, sino varios, por lo que tienen que trabajar con mucho tiempo de antelación
fuente www.Elcaribe.com
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