AP
Bagdad.- Varias bombas estallaron el jueves en 10 ciudades iraquíes y dejaron al menos 30 muertos, poniendo fin a un mes de calma relativa. Legisladores opositores dijeron que fue un resultado trágico pero inevitable de los intentos del gobierno liderado por los chiíes de dominar totalmente la política iraquí.
A pesar de las tensiones entre las sectas religiosas, una pausa en los ataques desde mediados de marzo generó esperanzas de que Irak se alejaba de la violencia generalizada, pero al menos 14 bombas y obuses que explotaron en una decena de ciudades por la mañana puso fin a tanto optimismo. Al menos 114 personas resultaron heridas, informó la Policía.
"¿Qué delito hemos cometido? ¿Hasta cuándo continuará la violencia?" imploró entre lágrimas una mujer que se identificó como Um Alí tras la explosión de un auto frente a un edificio de apartamentos en Bagdad.
"Así es la seguridad en Irak", farfulló sarcásticamente un hombre mientras inspeccionaba su auto dañado.
Seis bombas estaban dirigidas a efectivos de seguridad y funcionarios del gobierno, blancos frecuentes de la insurgencia.
En Bagdad murieron 12 personas en barrios chiíes. Los otros ataques se produjeron en el norte, desde Samarra, donde el ataque a una mezquita en 2006 dio lugar a la insurgencia más grave, hasta Kirkuk y Tikrit, el pueblo natal de Saddam Hussein.
Nadie se declaró responsable, pero el vocero del mando militar en Bagdad, coronel Dhia al-Wakeel, dijo que los ataques fueron similares a los perpetrados por al-Qaeda, la red terrorista suní.
Legisladores suníes y curdos dijeron que los ataques probablemente fueron el resultado de un impasse político que ya lleva un mes y que ha llevado al gobierno al borde de la parálisis desde el retiro de Estados Unidos a fines del año pasado. Sostuvieron que las rencillas en torno a un acuerdo de reparto del poder con el primer ministro Nuri al-Maliki, que es chií, abrieron la puerta a la violencia.
"El deterioro de la situación de seguridad es producto de las diferencias entre los poderes políticos", dijo el parlamentario suní Hamid al-Mutlaq, miembro de la comisión de defensa y seguridad del parlamento. Dijo que el gobierno debe llegar rápidamente a un acuerdo para compartir el poder con los partidos opositores.
"Y si fracasan, deben reconocer que no pueden gobernar el país y renunciar", dijo al-Mutlaq, quien critica con frecuencia a al-Maliki.
Aunque el malestar político parece favorecer a los insurgentes que intentan socavar el gobierno de al-Maliki, parece difícil que los atacantes aspiren a que se dé un nuevo acuerdo de reparto del poder, dijo Juan R. I. Cole, historiador y especialista en Medio Oriente.
"Hay una cantidad pequeña pero significativa de personas que rechazan de plano la idea de un nuevo Irak. Adicionalmente, entonces aparece el terrorismo", dijo Cole. "No creen en el parlamento de Irak: tratan de socavarlo".
Aunque el nivel de violencia es incomparablemente más bajo que hace cinco años, cuando Irak estaba al borde de la guerra civil, los ataques mortíferos son habituales en todo el país.
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