LA LILA, San Pedro de Macorís. La expresión de que: "No hacen viejos los años, sino los daños", se cumple a la perfección con Agustín Pardilla, un adulto mayor, de 99 años, que goza de lucidez extraordinaria y a su edad administra el único colmado que existe en el Batey Doña Lila, en el Municipio Consuelo, San Pedro de Macorís, donde también hace de dirigente comunitario.
El veterano comerciante, quien llegó a la citada comunidad, procedente del costero Municipio de Sabana de la Mar, en 1976, sostiene que a su edad está como un trinquete y aspira a cumplir cincuenta años más para seguir ayudando a la comunidad.
Dirigió la junta de vecinos del batey, donde junto a su hija Maribel Pardilla Polanco y otros comunitarios gestionó obras para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Se siente orgulloso de llegar a esa edad trabajando "porque no hacen viejos los años sino los daños" y que él nunca ha bebido alcohol ni pasado malas noches en parrandas.
El longevo comerciante muy querido, admirado y respetado en el batey. La junta de vecinos de la comunidad cañera, busca que las autoridades municipales de Consuelo, se le cambie el nombre de Agustín Pardilla.
Las 40 familias del batey lo quieren como a un padre y destacan. "Don Agustín nos da la comida hasta sin cuartos y nos diligencias medicinas".
Llegó a aquella comunidad como mayordomo del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y desde entonces no ha hecho otras cosas que servir a los demás, negándose irse a Sabana de la Mar, donde le aguardan familiares.
Su cédula de identidad dice que nació el 25 de diciembre de 1913 en la comunidad costera de Capitán, Sabana de la Mar, de donde emigró a Santo Domingo y se desempeñó como comerciante hasta llegar al batey.
En su juventud conoció a Horacio Vásquez, Rafael Leónidas Trujillo y se desempeñó como regidor en el gobierno de Juan Bosch en 1962 en el Municipio de Sabana de la Mar, por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Con una extraordinaria lucidez y de una visión extraordinaria, Pardilla permanece más de 12 horas en su pequeño negocio, ya que se levanta a las 5:00 am, a despacharle a los haitianos que van corte de caña y cierra pasada las 9:00 pm, cuando es casi obligado por sus familiares.
Batey Don Agustín
La comunidad lucha con sobrada razón para que la comunidad cañera cambie el nombre de Doña Lila por el de Don Agustín y por ello el 28 de agosto del 2011, en una comunicación dirigida al alcalde Johnny Fulgencio, del Municipio Consuelo, la Junta de Vecinos solicitó cambiar el nombre de la comunidad por el de Agustín Pardilla, a quien considera el verdadero fundador de la comunidad.
"Agustín Pardilla es el nombre que se merece lleve esa comunidad, por ser el verdadero fundador, pues llegó en 1976, viviendo en principio solo con su familia, integrada por su esposa y dos hijos", explica el documento.
Agregan que don "Agustín Pardilla tiene 99 años y a esa edad sigue trabajando y contribuyendo con la comunidad y el honor hay que dárselo a quien lo merece".
Rodeado de calor familiar y vecinos, Don Agustín pasa los días en franca confianza con una comunidad que lo adora tanto que busca eternizar su filantropía, buscando que la comunidad lleve su nombre.
Está casado con la religiosa Luz Polanco, a quien le lleva 40 años de edad y con quien procreó a Rigoberto y Maribel Pardilla Polanco.
De su primer matrimonio con Dora Hernández (fallecida), procreó a Sócrates, Hernán, Elizabeth, Filadelphia y Osvaldo, quienes residen en distintas ciudades pero que lo visitan con frecuencia a darle calor y ayudarlo en el negocio.
Aportes
Entre los aportes logrados por Don Agustín Pardilla y su hija Maribel en el Batey La Lila, está la construcción de un centro comunal, mejoramiento de viviendas, agua potable, gestionado con la USAID.
Cuando la bomba de agua se daña o falla la luz en el batey, la gente solo acude a los Pardilla Polanco, para que se resuelva el problema.
Es que su altruismo traspasa la frontera de la gratitud y el afán, para convertir a Don Agustín en un ícono del desarrollo del batey La Lila, una comunidad que debe su nombre una hacienda que llevaba el nombre de una hija de Juan Vicini, cuya colonia de caña le perteneció hace más de cinco décadas.
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