Lo barato le costó caro a esta británica de 54 años que desde que se realizó un tatuaje durante sus vacaciones en Turquía, está sufriendo una auténtica pesadilla. Susan Fraser pagó 31 euros por un tatuaje que le hicieron en su pie derecho y horas después comenzó a sentir un fuerte dolor y el pie comenzó a hincharse.
Cuando ella y su pareja vieron que del tatuaje comenzaba a salir sangre y pus, decidieron volver y preguntar al tatuador qué estaba pasando.
Susan asegura que la persona que la tatuó solo ponía excusas: “eso debe haber sido porque se ha puesto en contacto con agua salada o por las sandalias”, quedando sorprendida porque ella ni siquiera tenía traje de baño y las sandalias apenas le tocaban el pie. Fue entonces cuando se dieron cuenta que algo no andaba bien.
A la vuelta del viaje de Turquía y nada más aterrizar en Escocia, Susan fue hospitalizada con una grave infección que pudo haberle costado la amputación del pie, pero que gracias a la eficacia de los doctores, salió bien.
“Tuvimos que dejar las valijas rápidamente e ir directamente al hospital. Cuando me dijeron que iba a perder el pie, estaba aterrorizada. Mi padre perdió una pierna en un accidente y sé lo que es perder una extremidad. Recé con todas mis fuerzas y gracias a que me aplicaron un antibiótico, ahora estoy entera”, contó.
“Lo que es seguro es que nunca más me haré un tatuaje en el extranjero, mucha gente lo hace sin pensar en el riesgo que conlleva”, indicó.
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