Joe Girardi, el manager de los Yankees de Nueva York, dejó de lado lo que habría sido habitual: Dejar batear a su tercer bate, un alicaído Alex Rodríguez, y en cambio trajo a Raúl Ibáñez, lo que marcó la diferencia y un triunfo que los Mulos del Bronx necesitaban.
Con la serie divisional 2-1 en su favor sobre los sorprendentes Orioles de Baltimore, el pelotero mejor pagado del béisbol no guarda resentimientos por la sustitución inesperada en la novena entrada, lo que ha generado ríos de tinta de anoche para acá en la prensa deportiva de Estados Unidos.
"Hace diez años es seguro que otra hubiese sido mi reacción", comentó Alex sobre la movida de Girardi, suplantando a un estelar con 647 jonrones en su haber, pero con un pobre récord de 9-1, con cinco ponches durante la serie.
No obstante, el tercera base yankee enfatizó su apego a los objetivos del equipo. "En este punto de mi carrera, solo pienso en que los Yankees ganen", adujo poco después de celebrar junto a sus compañeros el segundo cuadrangular de la noche a manos de Ibánez que dejó en el terreno a los Orioles.
Rodríguez descartó que su amistad con Girardi vaya a resquebrajarse por haber sido sustituído en un momento clave del partido, mientras su desempeño le ha granjeado frecuentes abucheos de la fanaticada yankee.
"No va a afectarse", insistió Alex. "Amo a Joe. Soy su fanático número uno. El hizo lo que tenía que hacer", acotó en medio de la algarabía por la dramática victoria de los bombarderos, que ahora están a un partido de ganar la serie y enfrentarse al ganador entre los Atléticos de Oakland y los Tigres de Detroit por el banderín de campeonato en la Liga Americana.
Girardi precisó después del juego que decisiones como la que tomó son duras de asumir, pero necesarias en favor del interés del equipo. "Es lo que me pedían las agallas. Lo que me pedía el estómago", apostilló el piloto de los Yankees.
Con un salario este año de 29 millones de dólares, es la primera vez que A-Rod es sustituído por un emergente en la postemporada.
Ibáñez no quiso entrar en consideraciones sobre lo que significó entrar a batear en lugar de un jugador con estadísticas superbas como A-Rod. "Si pienso por un momento en eso pierdo el foco sobre lo que debo hacer y es lograr un buen turno para mi equipo", dijo el jugador, nacido en Manhattan e hijo de cubanos.
Calificó a Rodríguez como un gran compañero y no dudó en calificar de auténtica su reacción feliz cuando logró el batazo ganador como emergente en la duodécima entrada.
Con 37 años y declinando notablemente en sus últimas tres campañas, Rodríguez es el blanco de severos cuestionamientos de la prensa especializada. Con cinco años pendientes del contrato más elevado en la historia de las Grandes Ligas, su futuro inmediato augura no pocas amarguras al astro de origen dominicano.
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