Los arqueólogos usan todo tipo de “marcadores” para rastrear la actividad humana a lo largo del tiempo, pero unos científicos estadounidenses son pioneros en el estudio de elementos poco ortodoxos: excrementos humanos.
Investigadores de una universidad de Estados Unidos fueron capaces de determinar la presencia y el tamaño de poblaciones de hace más de 7.000 años a través del análisis de sus excrementos.
Afirman que el método podría usarse para distinguir entre aquellos impactos en la naturaleza que fueron producidos por el hombre y aquellos que no.
Los detalles del descubrimiento fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Fuerte señal
El carbón de fogatas hechas por humanos y el polen de plantas cultivadas han sido usados para marcar la presencia de actividad humana. Se suelen encontrar en sedimentos de las profundidades de los lagos, y proveen como mínimo una posible señal de presencia humana.
Pero investigadores de la Universidad de Massachusetts en Amherst aseguran que hay marcadores mucho más fiables para detectar la presencia humana.
Los científicos encontraron que el coprostanol, un subproducto de la digestión del colesterol en los humanos, actúa como una precisa señal de actividad.
El equipo de investigadores analizó los componentes de sedimento de hace 7.300 años en las islas Lofoten, un archipiélago noruego situado dentro del círculo polar ártico.
Según el investigador Robert D’Anjou los excrementos de humanos primitivos y sus animales acabaron en los lagos y dejaron un registro de moléculas específicas en determinadas concentraciones.
Los científicos comprobaron que existía una variación considerable en las actividades humanas en esta región del norte de Noruega a lo largo del tiempo. Los marcadores señalaban que hubo una especie de paréntesis en la actividad humana entre hace 2040 y 1900 años y una posterior declinación a partir del 1750.
Robert D’Anjou dijo que el análisis señala las razones de este cambio.
“Este área se encuentra en el límite de la zona agrícola y pequeñas variaciones en la temperatura de la temporada de cosecha afectaría enormemente su habilidad para cultivar y popular el área”.
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