Especialistas de la conducta humana y la psiquiatría aportan estrategias a los hombres para manejar la ira en las relaciones familiares, como practicar la tolerancia y tomarse tiempo para reflexionar, a fin de evitar que cualquier enojo termine en agresiones físicas a sus parejas y en el peor de los casos en feminicidios.
El psiquiatra José Miguel Gómez exhortó a las autoridades a medir los indicadores psicosociales que permiten determinar cuándo se está en presencia de un potencial feminicida.
Citó entre esos indicadores el mal manejo de la ira, trastornos del control de los impulsos, dependencia y abuso de determinadas sustancias ñespecialmente drogas y alcohol-, trastornos de la personalidad, reincidencia en el abuso y maltrato a la pareja y abuso de armas de fuego.
Gómez dijo que si el psicólogo detecta estos indicadores esa persona amerita quedar detenida por el sistema y brindarle protección a la mujer hasta que su pareja o expareja reciba tratamiento profesional y farmacológico en caso de que sea necesario.
“En todas esas cosas es que hemos fallado y lo que hemos hecho es la revisión del código penal para aumentar la pena de 30 a 40 años, y el aumento de las penalidades en ningún país del mundo ha resuelto eso”, precisó.
El psiquiatra dijo que en las personas que tienen mal manejo de la ira se evalúa primero el sistema de pensamiento que funciona en ellas, tras precisar que esta condición está entre las actitudes emocionales negativas del individuo, junto con el enojo, la frustración, el resentimiento, la culpa y la sed de venganza.
El especialista indicó que las personas con trastornos de la ira viven condicionadas, en el sentido de que los demás están contra ellas y por lo regular sus pensamientos son automáticos, tales como “con fulano nadie se puede meter”, “Fulano no le come pendejá a nadie”, “A fulano hay que temerle”, “Fulano no es un tonto”, “A fulano hay que respetarlo”.
“Un individuo que viva con ese sistema de pensamiento siempre termina personalizando los conflictos porque cree que es contra él que lo están haciendo”, añadió.
El expresidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría puntualizó que las personas con trastornos de la ira no se toman el tiempo para discriminar, medir las consecuencias y valorar los riesgos del hecho que piensan cometer.
“De ahí que son explosivos, emotivos, le faltan el respeto a cualquiera, dan un golpe, usan sus armas de fuego, y luego es que piensan lo que hicieron”, añadió.
Explicó que son personas también con pensamientos condicionados, o sea, que siempre se anticipan para dar respuestas agresivas en lugar de buscar soluciones a los conflictos a través de la conciliación, la tolerancia y de resolver las diferencias por la vía pacífica.
“Es decir, las medidas y soluciones que le ayudan a ser tolerante y conciliador es un recurso que esa persona desconoce”, afirmó.
Gómez refirió que el individuo con trastornos de la ira también tiene un aprendizaje emocional negativo de intolerancia y de conflicto, pues piensa que es parte de su personalidad.
“Y por eso te dice cosas tan personales como: yo admito que soy un hombre jodón, que tengo mal carácter, que el que me busca me encuentra, tanto él mismo lo dice que se lo cree. Por eso es que debe recibir ayuda terapéutica”, declaró.
Terapias
Gómez precisó que entre las terapias más utilizadas por los psiquiatras para tratar a esos pacientes está aquella que permite manejar el pensamiento, las reacciones y el comportamiento.
El objetivo es lograr una modificación conductual positiva para hacerlos más tolerantes y enseñarlos a ser conciliadores, a ceder, dejar pasar cosas y tener autocontrol.
Citó la técnica del semáforo para que tengan autocontrol, con la señal roja que indica “pare” cuando llega la ira, ejercicios de respiración, de relajación y en algunos hasta medicarlos con psico-fármacos.
Explicó que el caso del hombre que mató a su compañera, pese a que el padre de la víctima dijo que una hora antes lo había aconsejado de manera fraternal y amorosa para que dejara a su hija tranquila, ocurrió porque ese hombre tenía como “pensamiento entre ceja y ceja que esa era la salida”.
“Fue a oír pero no lo escuchó. El hombre estaba hablando pero él no lo escuchaba porque su pensamiento le decía ‘usted debe de matarla’, ‘usted debe hacer tal cosa’. Por eso es que se debe buscar ayuda porque el psiquiatra es que sabe cómo evaluar a ese individuo”, destacó.
Gómez felicitó al LISTÍN DIARIO por su campaña dirigida a prevenir los feminicidios enfocada a hombres que son potenciales agresores, y pidió a otros sectores sociales sumarse a esta iniciativa.
“La iniciativa del LISTÍN es muy positiva y debe llegar a mucha gente, para que permita llegar a la mayor cantidad de hombres en todo el país, yo felicito al LISTÍN, y eso hay que promoverlo mucho”, añadió.
Tiempo fuera
La primera recomendación que da Luis Vergés, psicólogo e investigador del tema de la violencia de género, es la denominada estrategia de “tiempo fuera”, que consiste en abandonar el entorno cuando se encuentra en una situación de malestar y de ira que pueda terminar en una agresión o una muerte violenta.
Sugiere, cuando se está en esa situación de malestar, pedir permiso a la potencial víctima y tomar unos minutos para cambiar de lugar, para relajarse, pausar, calmarse y para pensar.
“Es una forma de proteger al otro de nuestro circuito negativo”, dice.
Llama a aprender a identificar métodos para enfrentar diferentes obstáculos que se presentan en la vida y en la propia relación de pareja.
Explica que la ira es una emoción “difórica”, que se siente como negativa. Para manejarla, sostiene que es importante entender que es una emoción normal, que todo el mundo la tiene y que se debe aprovechar para que los hombres aprendan a conocerse más ellos mismos.
“Lo primero que hay que hacer es aprender a calmarse cuando tenemos rabia, cuando tenemos ira”, aconseja.
Y a seguidas explica que la calma se puede lograr por otros métodos que no tienen que ver con la violencia.
Entre esos métodos, insiste en abandonar temporalmente el entorno donde se está acumulando ese sentimiento de malestar.
Considera importante también determinar qué se quiere hacer con ese enojo, porque muchas veces se hace lo que no se quiere.
“Hay personas que son violentas y eso no es lo que quiere hacer en el momento. La persona lo que no quiere es sentirse mal, tener ese malestar interno, por tanto lo que hay que manejar es el malestar interno y no convertir ese malestar interno en una situación más peligrosa para otros y para uno mismo”, expresa.
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Resalta que también es importante compartir el enojo, estar consciente de que lo tiene, hacerle saber al otro que está enojado, y decirle las razones. “Hay formas respetuosas donde podemos expresar nuestro enojo sin necesidad de convertirlo en violencia”, sostiene.
Aconseja utilizar la afirmación “yo”, que es asumir la responsabilidad de su propio enojo y no acusar al otro. “El que se enoja tiene que asumir la responsabilidad de su propio enojo, y esas llamadas afirmaciones yo me siento de tal forma porque está pasando tal cosa, es una manera de asumir responsabilidad por su propio enojo”, indica, tras precisar que a quien está enojado le ayuda escuchar el punto de vista de los demás. Asimismo, aprender a aceptar la perspectiva de la otra persona y no centrarse solo en el enojo que tiene.
“Es importante saber que también el otro tiene derecho a pensar diferente, porque detrás del enojo muchas veces hay intolerancia. Muchas veces lo que enoja al hombre que violenta a las mujeres es la intolerancia a la libertad de las mujeres, a su libertad de expresión, a que ellas puedan expresar su sentir”, estimó.
También ayuda a manejar la ira de manera saludable, dice Vergés, hacerse consciente de las expectativas e intenciones, porque sostiene que a veces el enojo viene porque no se complacen las cosas que el hombre quiere.
“Debemos entender que no todo lo que queremos la mujer lo puede complacer, y no debemos castigar a las mujeres porque no complazcan siempre lo que nosotros queremos”, subrayó.
Agrega que es importante aprender a evitar la tentación de caer en argumentos para derrotar a la otra persona o querer obligarla a que acepte su punto de vista, porque de la ira se pasa a una conducta de control.
“Eso que llamamos celos viene de una emoción que se llama miedo, y el miedo se convierte en rabia, de la rabia se pasa a los celos y de los celos al control. Tenemos que entender que nuestras emociones no debemos convertirlas ni en conducta controladora ni en conducta violenta hacia las mujeres”, indica.
Conflictos versus violencia
Vergés explica que un conflicto es algo normal en los seres humanos, pero que la violencia es una conducta dañina.
Sostiene que el conflicto puede resolverse de forma saludable e incluso puede ser un garante hasta de crecimiento y desarrollo personal, si se sabe manejar.
Aconseja identificar los estados emocionales internos, incomodidades de malestar, que por lo regular se toman como justificación para convertirse en personas violentas.
Indica que algunos de esos estados son el enojo, la frustración y el miedo. Apunta que esas emociones son normales y no necesariamente tienen que convertirse en violencia. Destaca que esos estados se pueden reconocer y con ellos aprender a proteger a los demás.
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LOS ELEMENTOS DE CONFLICTOS
En el estudio sobre feminicidios realizado por el Centro de Intervención Conductual para Hombres se determinó que las relaciones sociales con amigos y amigas de las víctimas (20.2%) fue uno los temas que se convirtieron en detonantes de conflictos entre las parejas.
Con relación a ese aspecto, Vergés observa que ahí entra una rigidez en el pensamiento de las personas violentas, porque no aceptan la participación social de la mujer en otros roles que no sea el que los hombres le han designado históricamente.
“Cuando por alguna razón la mujer no hace algo en función de su propio estilo, de su propio criterio, es como si la mujer se saliera del guión que ellos han escrito, y entonces tienden a castigarla, psicológicamente y hasta físicamente”, dice.
En esa situación, recomienda a los hombres entender que ya existe una etapa histórica donde la mujer por tener una participación laboral también tiene una participación social más grande, y que ese es un espacio de derecho que tiene todo ser humano.
“En la medida que nosotros incorporamos la idea de la equidad y el respeto a los derechos del otro como nos gusta que nos respeten nuestros propios derechos y la libertad, en esa misma medida vamos a flexibilizar la mirada y a respetar más la integridad física y psicológica de la otra persona”, enfatiza.
Plantea que se debe tratar de ver como una oportunidad el ver la posibilidad de un entendimiento con el otro y de manejar los conflictos de manera conciliatoria, mediadora y negociada.
“Esa conducta que sale del enojo es una conducta primitiva”, aseguró.
Finalmente, sugiere hacerse las siguientes preguntas: ¿Ha sido útil explotar cuando nos enojamos? ¿Ha llevado alguna vez a una salida constructiva? ¿Nos hemos sentido orgullosos cuando nos enojamos? ¿Nos sentimos mejor con nosotros mismos como resultado de estar explotando a cada rato cuando nos enojamos? o ¿nos sentimos peor? Si nos preguntamos eso, difícilmente explotemos”, consideró.
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