Una serie de ataques perpetrados contra las fuerzas de seguridad de Irak dejó más de 100 muertos y al menos 200 heridos.
En uno de los días más violentos desde que las fuerzas estadounidenses se retiraron, alcabalas de la policía fueron el objetivo de ataques con autos-bomba, mientras que bases del ejército recibieron el fuego de mortero.
En uno de los ataques, 15 soldados murieron en la provincia de Salaheddin.
También se registraron explosiones dentro de la capital, Bagdad, y en sus alrededores.
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