FIDEL CASTRO, EL ÚNICO QUE SIGUE CON VIDA DE LOS TRES GOBERNANTES QUE PROTAGONIZARON LA CRISIS DE LOS MISILES, ENTREGÓ EL MANDO EN 2006 POR RAZONES DE SALUD
Medio siglo no alcanzó para reconciliar a Cuba y Estados Unidos después de la crisis de los misiles de 1962, cuando el mundo estuvo al borde del holocausto nuclear, y los dos países mantienen un antagonismo virulento, del cual cada uno saca partido a su manera.
La Unión Soviética no existe más y la izquierda gobierna en otras naciones de América Latina sin inquietar a Washington, pero estos dos países siguen totalmente distanciados, a pesar de que sus costas están separadas por apenas 150 kilómetros.
Fidel Castro, el único que sigue con vida de los tres gobernantes que protagonizaron la crisis de los misiles, entregó el mando en 2006 por razones de salud a su hermano Raúl, quien ha descartado una apertura política en el país, lo que Washington considera esencial para descongelar los vínculos bilaterales.
"Probablemente tomará años mejorar las relaciones estadounidenses-cubanas, no tanto por la crisis de los misiles hace 50 años sino por la relación antagónica global desde la revolución cubana", declaró a la AFP Michael Shifter, director de Diálogo Interamericano, un centro de estudios de Washington.
Washington y La Habana carecen de lazos diplomáticos desde 1961, aunque en los años 70 abrieron sendas oficinas de intereses y se enfrentan regularmente en los foros internacionales, como la ONU.
Cuba todavía se siente amenazada por una hipotética invasión estadounidense, como la organizada por la CIA en Bahía de Cochinos en 1961, que fue lo que permitió que Cuba y la URSS se pusieran de acuerdo para instalar misiles soviéticos en la isla.
Washington, por su parte, aún intenta torcer el brazo de su adversario con un embargo sobre la isla, vigente desde febrero de 1962, que, según La Habana, ha causado pérdidas por 100.000 millones de dólares a la economía cubana.
"El bloqueo es la causa principal de los problemas económicos de nuestro país", afirmó el canciller cubano, Bruno Rodríguez, el pasado 20 de septiembre, aunque Estados Unidos los atribuye a la propia ineficiencia de su sistema económico centralizado.
Un millón y medio de cubanos han emigrado legal o ilegalmente a Estados Unidos, donde se ven favorecidos por leyes migratorias preferenciales vigentes desde 1966. Muchos ayudan económicamente a sus familiares en la isla y los visitan con cierta frecuencia.
Desde 2009 el presidente Barack Obama ha flexibilizado los viajes de cubanoestadounidenses y el envío de remesas de dinero a Cuba (unos 2.000 millones de dólares al año, monto vital para su economía), así como los intercambios deportivos, culturales y religiosos.
A pesar del embargo, Estados Unidos es el séptimo socio comercial de Cuba, con 400 millones de dólares de intercambio en 2010, y en julio pasado el barco "Ana Cecilia" inició un servicio regular de carga entre Miami y La Habana, el primero en medio siglo. También hay vuelos diarios entre los dos países.
Pese a estos pequeños pasos, no hay señales de que acabe la larga enemistad, pues a las disputas de los días de la Guerra Fría se siguen sumando nuevas tensiones, como la que genera el caso de los cinco agentes cubanos detenidos en 1998 en Estados Unidos y condenados a largas penas por espionaje.
Cuba los considera "héroes en la lucha antiterrorista" y a su vez detuvo en 1999 a un contratista estadounidense, Alan Gross, acusado de suministrar medios de comunicación a disidentes y condenado a 15 años por atentar contra la seguridad del Estado.
"Las relaciones normales llegarán cuando los hermanos Castro abandonen sus políticas de la Guerra Fría", dijo a la AFP Frank Calzon, director del estadounidense Center for a Free Cuba.
Entonces, "entre muchas otras cosas, Estados Unidos renegociará el tratado de (la base naval norteamericana en) Guantánamo tal como lo hizo con el Canal de Panamá", que pasó a manos panameñas en 1999, agregó.
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