NUEVA YORK._ Leonardo Espinal (Leo), el padre dominicano de 47 años de edad que esta semana estranguló en la bañera del apartamento de su madrastra en El Bronx a su hijo Stewart Espinal de 5 años y puso el raticida "Tres Pasitos" en una pizza para envenenar a su hija Mía de 7, fue presentado formalmente ayer jueves ante el juez Joseph Dawson de la Corte Suprema de ese condado.
El asesino, en absoluto silencio y sin responder una sola de las preguntas del magistrado y miembros de un Gran Jurado, escuchó la instrucción preliminar de los cargos en su contra que serían asesinato en segundo grado, intento de asesinato y poner en peligro el bienestar de una menor.
Vistiendo el uniforme naranja para presos criminales, un jaquet gris y con espesa barba blanca, Espinal no respondió los requerimientos del juez y se negó a testificar ante un Gran Jurado.
En pocos minutos y en presencia de su abogado y de un fiscal adjunto, Espinal fue mandado a sacar de la sala de inmediato por el magistrado Dawson.
El proceso continuó en la sala sin la presencia del acusado, quien hizo una señal de despedida a otro de sus hijos, Leonardo Junior y de una mujer no identificada.
El juez fechó para el próximo 20 de enero del 2013 una nueva comparecencia de Espinal en el tribunal donde volverá a ser instruido de los cargos que decida el Gran Jurado.
Espinal admitió en el interrogatorio con los investigadores que puso veneno en un slide de pizza para matar también a su hija Mía.
Las versiones preliminares sobre la tragedia sostienen que Espinal estaba despechado porque su mujer, Rosaura Abreu de Espinal, lo había dejado hacía 15 días antes de la tragedia. El se fue a vivir con su madrastra en el edificio de la calle 179, donde presuntamente perpetró los crímenes.
Los investigadores dijeron que la madre le había entregado los dos hijos a Espinal para que los cuidara y que él los recogió a las 10:00 de la mañana, quedando en entregárselos a medianoche, después que ella saliera de un restaurant cercano a su casa donde trabaja como camarera.
La pareja llevaba 10 años conviviendo, pero la mujer decidió romper las relaciones con el dominicano. La investigación refiere que ella tiene una relación con otro hombre que no ha sido identificado.
Luego de cometer el hecho, Espinal llamó a la señora Abreu y le dijo que se iba a suicidar. Ella llamó al 911 y agentes policiales llegaron a la escena acompañados por la madre de los menores. Se percataron de que el asesino estaba encerrado en el baño con el varón.
Cuando revisaron la situación física del menor, este no respondió y los oficiales le aplicaron los primeros auxilios sin éxito, teniendo que ser ingresado en el hospital San Barnabás de la calle 186 y Tercera Avenida, donde falleció.
Su hermanita también fue internada en ese necrocomio en estado crítico, pero logró salvarse y el lunes fue dada de alta.
La niña fue hallada sufriendo fuertes convulsiones, vómitos incesantes y temblores.
Espinal confesó a la policía que había matado al varón, envenenado a la hembra y quería suicidarse.
El niño murió en el hospital a las 2:50 de la madrugada.
Cuando la policía llegó al apartamento, los oficiales tuvieron que derribar la puerta de entrada y hallaron al niño desnudo e inconsciente en la tina del baño.
"Leo mató a mi bebé", le dijo la madre a Francisco Medrano, un amigo de la familia. "Me imagino que por lo único que él (Leo) iba a hacer algo así es por venganza contra Rosaura", explicó Medrano de 42 años de edad.
Espinal tuvo que ser arrastrado por agentes policiales para poder sacarlo detenido del apartamento, estaba vestido sólo con una pijama y gritaba como un loco y fue internado en el hospital Bronx Lebanon para observación siquiátrica.
Espinal se desempeñaba vendiendo embases plásticos de cocina de la marca Tupperware. Medrano dijo que la pareja se veía como una familia "normal" y que el asesino parecía buena persona. "Para mí, era un hombre normal y ella es también muy buena persona y ha trabajado todo el tiempo."
Dijo que la mujer había jurado no volver a juntarse con Espinal nunca más.
Debía devolver los menores a la madre a medianoche, pero la llamó y la preguntó que si los niños podían amanecer con él a lo que ella accedió.
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