La falta de mujeres, al parecer, promovió la homosexualidad entre no pocos varones españoles, delito gravísimo en aquella época. Por esa conducta "contranatura", considerada entonces como pecado mortal, en esos años fueron ahorcados Juan de Lujan y Gaspar, criado de Bernal de Pisa.
Otro informe del Liz Suazo, de fecha 25 de marzo de 1519, permite notar la preferencia de los homosexuales españoles por los aborígenes lucayos, cuando señala la atención que estaba prestando a la compra que los colonos efectuaban de estos indios importados de las islas vecinas para someterlos al trabajo esclavo, pues según indica el documento, "son usados para el pecado abominable". Por esa época el licenciado Figueroa informa que "como ovo fación de haber algunos sodomitas hize diligentísimamente la pezquisa della parte, que los descubrí e halle, e hize justicia a 4 o 5 dellos" . La investigadora hispana Consuelo Valera, tratando el tema de la falta de mujeres blancas, cita un documento de la época donde se expresa:
"Hasta 1500 solo se conoce la presencia en La Española de ocho mujeres blancas. Sabíamos de una tal María Fernández que fue con Colón, como su criada, en el segundo viaje y tal vez continuaba entonces residiendo en la isla. Junto a ella viajaron María de Granda y dos Catalinas, la Vásquez y la Rodríguez, vecina de Sanlúcar. En el viaje de 1498, la nómina femenina asciende a cuatro participantes, la ya citada Catalina de Sevilla y otras tres, que iban sin derecho a sueldo; Gracia de Segovia y las dos homicidas Catalina de Egipto y María de Egipto, sin duda gitanas. Ahora conocemos a otras dos, Inés de Malaver y Teresa de Baeza, quienes según Rodrigo Pérez, habían llegado en 1495".
Ese desequilibrio entre el numero de europeos varones y hembras fue también el estimulo para la temprana práctica de la prostitución femenina, pues por esos años cuando Santo Domingo apenas era un asomo de ciudad, ya registraba la presencia de "casa de citas".
La investigadora Valera señala que en aquel momento en "la Española había por lo menos una casa ce citas, que era regentada por Teresa de Baeza y su marido Pedro Daza. En aquel burdel debía de trabajar una mujer casada que había tenido "quehaceres" con el adelantado. Enterado don Bartolomé, ordenó castigar a la alcahueta cortándole la lengua. Otras mujeres dedicaban sus favores a los principales, que tenían a sus propias prostitutas, al parecer muy bien alimentadas; pues, como dijo Rodrigo Pérez, mientras todos morían de hambre, en la tahona se molía primero "para los señores e después para Carvajal e Coronel e después para las putas que ellos tenían". La escasez de mujeres alcanzó tal nivel que los lugares dedicados a la prostitución fueron permitidos por órdenes reales. El secretario del rey, López de Conchillas en 1516 tenía en Santo Domingo 10 0 12 mozas como prostitutas legalizadas por cedulas reales firmadas por el Rey Carlos I y dos "piadosos obispos autorizaron sendos lenocinios en Santo Domingo y San Juan de Puerto Rico".
Un grupo importante de mujeres arribó en 1509 con Diego Colón (heredero del Virreinato de su padre y designado Gobernador en sustitución de Ovando), la mayoría jóvenes solteras amigas o relacionadas con este o su esposa, doña María de Toledo, miembro de la nobleza española, sobrina del Duque de Alba, pariente del Rey Fernando.
No hay datos exactos sobre su número, pero por las referencias se estima que llegaron entre veinte o treinta. El cronista de Indias don Fernando de Oviedo resalta el hecho casi a nivel de celebración cuando afirma en su texto: "E con la visorreina vinieron algunas duenas e doncellas hijosdalgo, e todas, o las más dellas, que eran mozas, se casaron esta cibdad y en la isla con personas principales e hombres ricos de los que acá estaban; porque, en la verdad, había mucha falta de tales mujeres de Castilla; e aunque algunos cristianos se casaban con indias principales, había otros muchos más que por ninguna cosa las tomaron en matrimonio, por la incapacidad e fealdad dellas. E así, con estas mujeres de Castilla que vinieron, se ennoblesció mucho esta cibdad, e hay hoy dellas e de los que con ellas casaron, hijos e nietos, e aún es el mayor caudal que esta cibdad tiene e de más solariegos, así por estos casamientos, como porque otros hidalgos e ciudadanos principales han traído sus mujeres de España".
Entre 1509 y 1519, arribaron a la isla solo 308 mujeres de España con licencias, aunque se conoce que otras procedentes del bajo mundo ibérico embarcaban sin permiso, a veces disfrazadas de hombres, es decir, clandestinamente.
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