GREENBURGH.- Más cerca del final de su carrera que del comienzo, Pablo Prigioni reacciona con un aire de indiferencia cuando le dicen que es el debutante más veterano en la NBA de las últimas cuatro décadas.
El base argentino de 35 años prefiere ser racional frente al desafío de jugar en la liga que representa el cenit del básquetbol profesional, con un club histórico como los Knicks que tiene como hogar el mítico Madison Square Garden de Nueva York.
"No le presto mucha atención a eso.
Yo lo tomo como que si fuera una temporada más para mí, en otro equipo", dijo Prigioni en una reciente entrevista con The Associated Press en el complejo de entrenamientos de los Knicks en un suburbio de Nueva York.
"Es cierto que es un país nuevo y eso tiene otra dimensión, pero no me detengo mucho a pensar: '¡uy, vengo y soy el más 'rookie' más viejo!'. De veras, no le presto mucha atención", añadió.
Prigioni se prepara pensando como si estuviera por empezar otra temporada en España, a cuya liga llegó en 1999 y en donde se convirtió en uno de los jugadores más carismáticos debido a su carácter temperamental y un juego muy sobrio, que encajó perfectamente en el patrón europeo.
En la NBA, sin embargo, el estilo de juego será diferente.
Prigioni es el último miembro de la denominada Generación Dorada argentina en tocar las puertas de la NBA, siguiendo los pasos de Manu Ginóbili, Andrés Nocioni y Luis Scola, entre otros.
Precisamente sus compañeros de la selección nacional fueron vitales al tomar la decisión de aceptar la oferta de los Knicks y mudarse a Estados Unidos.
"La verdad es que ellos han sido importantes para que yo esté aquí, no sólo por lo que ellos han hecho. También me han empujado a que viniera, aceptar esta oportunidad y disfrutarla", contó Prigioni. "Los tengo permanentemente al teléfono cuando necesito algo. Siempre me están preguntando si estoy bien. Me han dado mucho consejo".
Contento con la vida en España, Prigioni asegura que nunca se desvivió con la idea de jugar en la NBA y de hecho dejó pasar una posibilidad.
"Tuve opción de venir hace un par de años, pero decidí que no era el momento y me quedé allá. Este año tuve otra oportunidad y algo interiormente me dijo: 'por qué no, vamos a intentarlo'. Estoy bien físicamente y en buenas condiciones, y es un nuevo desafío", dijo.
Todo esto acarreó empacar maletas y adaptarse a un nuevo país con su esposa, Raquel, y sus hijos Nicolás y Alessandra, de 6 y 3 años, respectivamente.
Encontró una escuela bilingüe para matricular a sus hijos, se dio una vuelta para hacer compras por la Quinta Avenida y con su esposa a ver el musical "Evita" en Broadway.
Pero no vino de turismo.
La NBA es una liga con una programación de 82 partidos, con un ritmo de juego frenético y físico.
Se suma a unos Knicks en los que arranca como la tercera opción como base, detrás de Raymond Felton y Jason Kidd, así que tendrá que sacar máximo provecho a los minutos que reciba.
Llamativamente, forma parte de un equipo cargado de veteranos. Kidd (40), Kurt Thomas (40), Marcus Camby (38) y Rasheed Wallace (38) son los otros veteranos para que la edad promedio del plantel sea de 32 años y 240 días, la más vieja en la historia de la NBA, según STATS, LLC.
El reto para Prigioni será adaptarse al estilo juego de la NBA.
"Creo que no me costará mucho, al final es básquetbol", señaló. "Si hay que jugar un poquito más rápido, se juega un poquito rápido. Cuando hay que parar el juego, se para. Creo que soy bastante inteligente para amoldarme al equipo y lo que necesita", indicó.
Sus referencias en España permiten pensar que sabrá superar la prueba. Los principales éxitos de Prigioni fueron con el Baskonia de Vitoria, en el País Vasco, donde es un auténtico ídolo. Entre 2003 y 2009, Prigioni ganó tres Copas del Rey y un título de liga. Sólo le faltó sumar un trofeo continental.
En 2009, dio el salto al Real Madrid para dos temporadas en las que no pudo ganar títulos. En 2011, regresó al Baskonia, donde antes de la llamada de los Knicks parecía que pondría punto y final a su carrera.
"Creo que hace las cosas que tiene que hacer para que el equipo se sienta cómodo y contento fuera de la cancha. Eso sirve mucho para organizar y armar un equipo. Ya lo ha demostrado en todos los equipos en los que ha estado. Es un gran líder y un gran base dentro de la cancha", dijo Nocioni.
Fernando San Emeterio, quien coincidió con Prigioni en el Baskonia la temporada pasada, resalta que el argentino siempre se gana un su puesto por su inteligencia y solidez: "Aunque parecía que sus minutos iban a bajar, al final siempre acaba jugando muchísimo, acaba siendo el entrenador en la cancha y creo que allí podrá pasar lo mismo", indicó.
El propio Prigioni se describe como un jugador que busca que el lucimiento de sus compañeros se anteponga al suyo.
"Por lo general, si los bases de los equipos se ponen a anotar y a gastar muchos tiros, el equipo prácticamente no juega", opinó. "Yo soy de la idea que el equipo tiene que jugar y hacerle llegar el balón a quien le tiene que llegar en cada momento y situación de juego".
"Para mí, es muy importante que a mis compañeros les guste jugar conmigo, porque saben que el momento adecuado ellos van a recibir el balón. No lo van a recibir ni tarde, ni muy pronto. Que mis compañeros perciban que estoy pensando en cómo hacer que anoten, que realmente disfruten jugar contigo".
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