La mujer aprovechó sus grandes virtudes para darle un adiós en el cual él se sintiera feliz.
La relación entre la alemana Franziska Hansen y su esposo, identificado como Smith, no era la mejor. Ella no quería estar más con él, pero tampoco quería que continuara con su vida. Podría haberlo asesinado de muchas maneras, pero le quedaba un poquito de amor en el corazón que sus pechos protegían.
No quería que sufriera antes de despedirse de este mundo, pero tampoco busco que sea una muerte rápida. Al contrario, aprovechó sus grandes virtudes para darle un adiós en el cual él se sintiera feliz. Para eso no tuvo mejor idea que utilizar lo más grande que tenía entre sus manos para quitarle la respiración y dejarle una sonrisa “dibujada”.
Según la denuncia de Smith, Franziska intentó asfixiarlo apretando su rostro entre los pechos de ella, de gran tamaño, en lo que en un principio atribuyó a un juego sexual. Sin embargo, reconoció más tarde que "quería que su muerte sea lo más agradable posible". La primera acusación fue de ella, quien sostuvo que él había intentado dispararle. Todo era una mentira de una mujer despechada.
"No podía respirar más, me puse totalmente azul. Yo no podía liberarme y pensé que me iba a morir", explicó Smith, quien tras escaparle a los pechos de su mujer, huyó a la casa de un vecino para tomar un poco de aire fresco.
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