Por un lado, nos dicen que es importante descansar una buena cantidad de horas para mejorar la salud física y mental, y por el otro, ahora resulta que dormir 8 horas es una práctica antinatural y nociva. ¿En qué quedamos? La ciencia y sus contradicciones.
Según una reciente investigación de la periodista Stephanie Hegarty para la BBC, cada día existe más evidencia científica e histórica que sostiene que las tan recetadas 8 horas de sueño son, en realidad, antinaturales, informó el sitio PijamaSurf.com.
Para sostener su premisa,
Hegarty analizó diversas disciplinas que han experimentado o investigado sobre estos procesos.
Un historiador sobre el tema fue Roger Ekirch, quien encontró que durante siglos se solía dormir de otra manera que luego fue olvidada: dos horas después del atardecer, después una o dos horas de vigilia y después otro lapso de sueño.
Esta costumbre se perdió a inicios del siglo XX a causa de las mejoras en el alumbrado público y doméstico y, curiosamente, al aumento de cafeterías.
El problema reside en que este cambio en la cantidad y horario del teimpo para dormir podría ser la fuente de trastornos del sueño.
Según el psicólogo Gregg Jacobs, es perfectamente natural que despertemos en medio de la noche y hacer del periodo de sueño un solo e indivisible bloque iría incluso en contra de cómo evolucionaron nuestros ritmos de descanso.
Para la neurociencia, cuando se dormía, se despertaba y después se volvía a dormir, la gente se obligaba a entrar en etapas sucesivas de descanso y relajación, con los cual habrían desarrollado la capacidad de regular el estrés naturalmente. Sin embargo, “hoy dedicamos menos tiempo a esas cosas”, explica el profesor de neurociencia circadiana en Oxford Russell Foster.
Y añade: “No es una coincidencia que, en la vida moderna, el número de personas que padecen ansiedad, estrés, depresión, alcoholismo y abuso de drogas haya aumentado”.
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