SANTO DOMINGO. En lo económico, Sammy Mejía logró el mayor enceste de su carrera cuando aceptó la oferta que le hizo el equipo ruso CSKA de Moscú el verano pasado para dejar la primera división francesa, donde fue escogido Jugador Más Valioso la pasada campaña.
En lo que a tiempo de juego y desarrollo se refiere, las cosas no han comenzado como el base newyorkino, hijo de una pareja dominicana, quería.
Mejía, quien llegó al equipo para ocupar el puesto dejado por Trajan Langdon, ha estado relegado a la banca, tanto en los torneos domésticos que ha disputado el quinteto con la nómina más alta del Viejo Continente como en la Euroliga.
El jugador de 6'6 y 28 años ha participado en cinco de los 10 partidos que ha disputado su equipo en tres competencias diferentes.
En esos choques, Mejía ha jugado 80 minutos para una media de 16 por encuentro y ha anotado 35 puntos (siete por encuentro).
Ayer, cuando su equipo venció 78-76 al Panathinaikos griego en la Euroliga, el egresado de la Universidad DePaul ni siquiera jugó un segundo.
Mejía, que promedió cifras dobles en dos años con el Cholet en el básquet galo, devengaba poco más de 200 mil euros al año y fichó por dos años y US$2 millones con el quinteto ruso.
El ruso Ramunas Sis-kauskas ha sido la primera opción para la posición defensa tirador del técnico lituano Jonas Kazlauskas.
El paro en la NBA abrió el espacio para que el conjunto propiedad del ejército ruso fichara al delantero del Jazz de Utah, Andrei Kirilenko, quien era una de las primeras opciones ofensivas.
Y el equipo fichó al serbio Miloš Teodosic, mejor jugador de Europa en 2010, complicó el escenario. Este base de 6'6 devenga un salario anual de 1,9 millones de euros.
Además, junto a Mejía también llegó el delantero serbio Nenad Krstic (ex de Boston y Oklahoma), quien devenga tres millones de euros por campaña.
Mejía desistió jugar con el equipo dominicano en el Pre-Olímpico de Mar del Plata, alegando que esperaba el nacimiento de su primer hijo.
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