El acusado, quien era buscado por la policía de Cranston (Rhode Island) por negarse a ser registrado como ofensor o depredador sexual, por lo que no notificó que se había mudado desde el Alto Manhattan a esa ciudad, había sido arrestado previamente por dos delitos sexuales en segundo grado, que incluyen asaltos.
El Fiscal del Distrito de Rhode Island, solicitó a las autoridades de Nueva York la extradición de Peláez a ese estado para ser reapresado y juzgado por las recientes infracciones contra las cuatro mujeres.
Peláez manoseó su primera víctima a las 7:40 de la mañana, una niña de 13 años de edad a la que se acercó, diciéndole “Dios te bendiga”, mientras buscaba el muslo superior cerca de las nalgas.
A las 9:30 de la mañana, se acercó a una joven de 16 años de edad a la que le dijo que estaba “buenísima” y la agarró por la cintura. Dos minutos después agarró las nalgas de otra mujer de 18 años y cuando ésta lo conminó a dejarla a no molestarla, frotó su cuerpo con el de ella.
A otra de la misma edad, la piropeó diciéndole que es “sexy”, la agarró y la atrajo hacia él, mientras trataban de meterla en una tienda, antes de las 10:00 de la mañana y cerca de la misma escuela.
Una de las víctimas lo identificó en el cuartel 34 y fue arrestado por detectives de la Unidad de Víctimas Especiales, cuando trataba de huir hacia el Norte de la calle Vermlyea.
Se le acusa de cuatro cargos de abuso sexual y uso de fuerza emotiva en tercer grado y otros dos por poner en peligro el bienestar de una niña. Fue detenido sin fianza.
Se le ordenó someterse a evaluación siquiátrica.
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