24 diciembre 2012

El Rebelde Chino Que Creía Ser Hermano De Jesús

Hong Xiuquan declaró su reino celestial en el sur de China, con capital en Nanjing.
En un museo de Shangai, en el edificio donde se celebró el congreso fundacional del Partido Comunista de China en 1921, 12 figuras de cera recuerdan los comienzos de una de las organizaciones políticas más grandes e influyentes del mundo. En aquel tiempo, Mao y sus camaradas apenas podían imaginarse cómo cambiarían el rumbo del país. Pero estos jóvenes rebeldes llegaron al poder en 1949 y cambiaron el destino de China. Un siglo antes, otra rebelión -conducida por un hombre influenciado por misioneros cristianos que declaró el “reino de los cielos” sobre el río Yangtsé- no tuvo el mismo éxito. Hong Xiuquan era hijo de campesinos y maestro en un pequeño pueblo.
Estudió con empeño las enseñanzas de Confucio, pero nunca logró aprobar los exámenes imperiales necesarios para convertirse en funcionario. “Cayó en un estado depresivo y tuvo una visión”, dice Jonathan Fenby, autor de “La historia de la China moderna”. “Imaginó que ascendía a los cielos y que allí conocía a un hombre muy alto con larga barba y un grueso cinturón, que le decía que volviera a la Tierra y erradicara los demonios”, cuenta Fenby en conversación con la BBC. “Demonios” manchúes Un tiempo después, un misionero le regaló una traducción al chino del Nuevo Testamento. “Al leerlo, decidió que el hombre que había visto en el cielo era Dios, que él, Hong, era el hermano de Jesús, y que los demonios que había que exterminar eran los miembros de la dinastía Qing, que lideraban el país”, dice Fenby. Los emperadores Qing eran manchúes originarios de la región de Manchuria, en el noreste del país, y no pertenecían a la mayoría étnica Han. Habían conquistado China en el siglo XVII, pero sus días de gloria habían quedado atrás y a mediados del siglo diecinueve fueron derrotados por los británicos en las Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860). El Cristianismo fue una de las novedades que llegaron con los poderes coloniales y las traducciones vernáculas de la Biblia colaboraron para minar el dominio de las élites confucionistas. “Al ver que todos lo regañaban en el cielo, Confucio escapó a la tierra con el líder de los demonios”, dice el relato de la visión de Hong escrito por uno de sus seguidores.

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